La Estrategia Nacional de Formación Técnico Profesional 2018-2030 hace percibir que le asignamos alto valor a este tipo de educación, por lo menos desde las políticas públicas. Asimismo, el Estado aporta en promedio un 19% más por estudiante y, aún más, se asignan importantes recursos mediante concursos y asignaciones. Sin embargo, también existen datos como el hecho que desde 2018 hay una disminución en la matrícula de 4,76% y una tasa de titulación promedio sólo de 75,1%. Entonces, ¿qué estamos pasando por alto? Frente a esta interrogante propongo algunas reflexiones:

En primer lugar, los establecimientos TP deben diferenciarse de otros, asumiendo estructuras y procedimientos utilizados en las empresas y orientando su perfil técnico desde 1° medio. Por otro lado, se podría contratar equipos de trabajo especializados y de alto rendimiento, que tengan una experiencia previa en organizaciones relacionadas con su rol. Como tercer punto, las empresas deberían tener por ley cupos reservados para estudiantes en práctica, ya que valorar la educación TP pasa por destinar un espacio para ella en la empresa. Por último, y en base a la experiencia que ha implicado trabajar junto a la Fundación Enseña Chile, se debiese fortalecer la colaboración con organismos públicos, privados y de la sociedad civil, como nexo principal para su éxito.

Le daremos un verdadero valor a la Educación TP cuando concretemos acciones y estandaricemos soluciones a nudos críticos comunes.

José Cornejo D. 

Director Instituto Comercial Padre Alberto Hurtado 
Fundación Educacional COMEDUC 
Red de colegios Enseña Chile 

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