El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente entre las mujeres a nivel mundial, y enfrentarlo requiere un enfoque integral.
Cada octubre se retoma una causa común: concientizar sobre el cáncer de mama. Es un mes para reflexionar, actuar y recordar la importancia de la detección temprana. Sin embargo, el compromiso con la salud no debe limitarse a este mes. La prevención del cáncer de mama es un esfuerzo continuo, que trasciende el calendario y se refleja en las decisiones que se toman día a día.
Raúl Aguilera, académico de la Facultad de Medicina y Director del Departamento de Salud Pública de la UCSC, se refirió a la importancia de abordar este tema no solo tomando medidas de detección temprana. “Es crucial adoptar hábitos que reduzcan los factores de riesgo. El consumo de alcohol, por ejemplo, es un factor significativo que a menudo se pasa por alto. Diversos estudios indican que incluso un consumo moderado puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama”, comentó.
Más allá de la concientización, es fundamental entender cómo las elecciones cotidianas pueden marcar una gran diferencia en la salud. Un aspecto clave en todas las etapas de la prevención y el tratamiento del cáncer es la actividad física. Su valor no solo radica en prevenir el desarrollo del cáncer, sino también en apoyar a quienes están atravesando el tratamiento y en mejorar la recuperación después de superarlo.
Importancia de la actividad física
Según indicó el académico, una de las estrategias más efectivas para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama es el ejercicio regular. “Las mujeres que practican actividad física moderada, como caminar, correr o nadar, durante al menos 30 minutos al día, pueden disminuir su riesgo significativamente. La actividad física no solo ayuda a regular los niveles hormonales y a controlar el peso corporal, sino que también protege contra otras enfermedades crónicas, como las cardíacas o la diabetes, promoviendo una salud integral”, detalló.
“Para quienes reciben un diagnóstico de cáncer de mama, la actividad física no se detiene. Durante el tratamiento, el ejercicio puede ser un aliado poderoso. Mantenerse activa, bajo la supervisión de profesionales de salud, puede mitigar los efectos secundarios de la quimioterapia y radioterapia, como la fatiga, la pérdida de masa muscular y el aumento de peso. Además, el ejercicio desempeña un papel fundamental en la salud mental”, añadió Aguilera.
La actividad física además ayuda a reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y combatir la ansiedad, ofreciendo a las pacientes una herramienta valiosa para afrontar el tratamiento con mayor resiliencia. Fortalecer el sistema inmunológico es otro beneficio clave del ejercicio durante el tratamiento, lo que es vital para el bienestar general.
El kinesiólogo, aseguró que el ejercicio no solo es necesario durante el tratamiento, sino que también juega un papel fundamental en la recuperación posterior. “Al concluir el tratamiento, la actividad física ayuda a recuperar la fuerza física y emocional, y sigue siendo esencial para disminuir el riesgo de recurrencia del cáncer. Las supervivientes que integran el ejercicio en su rutina diaria reportan mayores niveles de energía, menos fatiga y una recuperación más rápida. Además, el ejercicio contribuye a mejorar la función cardiovascular y respiratoria, y ayuda a mantener una buena salud general, reduciendo el riesgo de desarrollar otras condiciones de salud relacionadas con la inactividad”, señaló.
A pesar de los numerosos beneficios del ejercicio, no podemos olvidar el papel relevante de la detección temprana. Las mamografías, los chequeos médicos regulares y el autoexamen de mama siguen siendo las herramientas más efectivas para detectar el cáncer en sus primeras etapas, cuando las posibilidades de un tratamiento exitoso son mayores. Es aquí donde la prevención y la acción deben ir de la mano.
Raúl Aguilera hizo un llamado enfático a adoptar medidas de detección temprana y prevención en este mes de concientización. “Invito a todas las mujeres a reflexionar sobre su salud y bienestar. Pensemos en cómo las decisiones que tomamos cada día pueden marcar la diferencia. Incorporar la actividad física en nuestra rutina, moderar el consumo de alcohol, mantener una dieta equilibrada y agendar exámenes de detección son acciones que podemos tomar para cuidar nuestra salud a largo plazo. No esperemos a que llegue una alarma; actuemos hoy”, indicó.
El académico enfatizó que “cuidar nuestra salud es un acto de responsabilidad personal. No solo en este mes, sino siempre, debemos actuar con conciencia, constancia y compromiso. Recuerda, cada pequeño paso hacia una vida más saludable es un acto de autocuidado. El autocuidado no es un lujo, es una necesidad. Hoy, y todos los días, tenemos la oportunidad de invertir en nuestro bienestar y en una vida más plena para el futuro”, cerró.
Equipo Prensa
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