• Las vacaciones de invierno suelen asociarse al descanso, a la pausa de las exigencias escolares y al tiempo libre. Pero, desde una mirada educativa inclusiva, este periodo también puede transformarse en una oportunidad invaluable para reforzar aprendizajes de manera significativa, especialmente a través del juego.

Este último, lejos de ser una simple entretención, potencia habilidades fundamentales. Por medio de los juegos de roles, cuentos compartidos o juegos simbólicos, se estimula el lenguaje expresivo y comprensivo, se amplía el vocabulario y se fortalecen habilidades comunicativas. Para quienes enfrentan desafíos en el lenguaje, estos momentos lúdicos permiten practicar estructuras verbales en contextos naturales, sin la presión de la corrección constante.

En el caso de niños, niñas y adolescentes neurodivergentes, el juego estructurado y predecible es una excelente herramienta para trabajar la flexibilidad cognitiva, la interacción social y la comprensión de reglas sociales. Además, los intereses profundos que muchas veces presentan, pueden utilizarse como punto de partida para diseñar experiencias lúdicas personalizadas que motiven y conecten con sus emociones.

Durante el año escolar, las rutinas y exigencias curriculares suelen limitar las oportunidades de aprendizaje más espontáneo y contextualizado. Por eso, las vacaciones son el momento ideal para fortalecer habilidades desde lo cotidiano. Por ejemplo, leer carteles en la calle, ordenar juguetes por colores o tamaños, dramatizar historias familiares o jugar a resolver desafíos matemáticos. Actividades sencillas que, bien acompañadas, tienen un impacto profundo.

El juego, además, favorece la gestión de emociones, ya que permite expresarlas, canalizarlas y comprenderlas; esto junto con aprender a esperar turnos, negociar y resolver conflictos de manera segura.

Los adultos tenemos la responsabilidad de ofrecer espacios de juego accesibles, libres de juicios y adaptados a las particularidades de cada niño o niña. No se trata de tener juguetes costosos o recursos especializados, lo más valioso es el tiempo compartido, la escucha activa y la disposición para entrar en su mundo desde el respeto y la empatía.

Estas vacaciones de invierno son una oportunidad para apoyar aprendizajes, fortalecer vínculos y avanzar en una inclusión real. Porque cuando el juego se convierte en una herramienta de desarrollo para todos, la educación se vuelve verdaderamente transformadora.

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Equipo Prensa
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