La ceremonia que distinguió los 12 mejores cuentos de la XXIII edición de Santiago en 100 Palabras, presentado por Escondida | BHP y Fundación Plagio, se realizó en el Teatro Oriente junto a la Fundación Cultural de Providencia y contó con la participación de Néstor Cantillana en la lectura dramatizada, la musicalización de la Orquesta Comunitaria Metropolitana y la animación de la locutora radial, Martina Orrego.
El Primer Lugar fue para “San Carlos navegable”, cuento de Martín Roble, de 33 años de la comuna de Peñalolén.

Hay cosas que permanecen en la memoria colectiva y otras que cruzan experiencias personales y generaciones. La ciudad, las calles y los rincones de la capital se mostraron bajo otra mirada en los 12 relatos ganadores que el concurso de cuentos breves más importante del país, Santiago en 100 Palabras, presentado por Escondida | BHP y Fundación Plagio, premió este año.

El Cementerio General, el Canal San Carlos, Av. Vicuña Mackenna y otros espacios de la ciudad, fueron algunos escenarios de los relatos galardonados de la versión XXIII del evento literario.

René Muga, Vicepresidente de Asuntos Corporativos de BHP Latinoamérica, indicó que “en tiempos en que los hábitos lectores parecen en crisis, Santiago en 100 palabras renueva nuestra esperanza y nos emociona. Pequeñas escenas callejeras, recuerdos, sueños, anécdotas o historias simples y cotidianas que se vuelven cuentos cortos pero grandes. Todas esas historias recogidas en los 50 mil cuentos que se reciben cada año nos muestran que el valor de la palabra sigue estando vivo en el corazón de los santiaguinos. Y que sus sueños y emociones capturadas en 100 palabras nos siguen cautivando.  En Escondida | BHP estamos orgullosos de ser parte de estos 23 años de vida de un evento literario del que cualquiera de nosotros puede ser protagonista”.

Sobre la diversidad de las historias y las edades de quienes participan, Soledad Camponovo, coordinadora general de Fundación Plagio, explicó que: “Siempre nos asombra la capacidad de abrir la imaginación y contar diversas visiones de la vida cotidiana, muchas veces desapercibidas por el rigor y la velocidad de la vida en la ciudad. Todos y todas tenemos algo que contar y Santiago en 100 Palabras es una muestra de ello a través de estos 12 autores y autoras de diversas edades, que abordan distintas temáticas en sus cuentos”.

“Acogimos esta premiación en nuestro Teatro Oriente felices de continuar siendo el escenario de una fiebre literaria en Providencia, en sus diversas formas, uniendo a creadores y lectores con nuestra hermosa ciudad”, sostuvo  Jorge Andrés González, director ejecutivo de la Fundación Cultural de Providencia.

La jornada especial de premiación reveló a los ganadores de Santiago en 100 Palabras 2024 en el Teatro Oriente, donde el público asistente conoció las historias que más destacaron por medio de una lectura dramatizada realizada por el  reconocido actor y director, Néstor Cantillana y musicalizada por la Orquesta Comunitaria Metropolitana.

La animación del evento estuvo a cargo de la destacada locutora y directora de radio Los40, Martina Orrego.

LAS HISTORIAS QUE MARCARON LA EDICIÓN XXIII

La selección de los relatos ganadores de este año, entre los más de 50 mil que llegaron a esta edición, estuvo a cargo de los reconocidos escritores nacionales, Alejandra Costamagna y Matías Celedón; junto a la escritora y docente argentina Dolores Reyes.

Respecto a los 12 relatos ganadores de la edición 2024, serán exhibidos en paraderos de microbuses, gracias a la alianza del concurso con JC Decaux, sumado a la difusión en redes sociales y serán parte de los 100 mejores cuentos que se imprimirán en un libro de bolsillo de colección para luego ser repartidos gratuitamente el próximo año.

La escritora argentina e integrante del jurado de la versión XXIII del concurso, Dolores Reyes, destacó: “Lo que me encantó de todos los textos es cómo transitaban por la misma ciudad viendo cosas distintas y uniéndolas a experiencias muy diferentes. Se ve la diferencia de edades, géneros y miradas”. En tanto, Alejandra Costamagna, también parte del jurado 2024 coincidió: “Una ciudad de contrastes, personajes que no están encumbrados, una ciudad que abre unas ventanas imprevistas, personajes que buscan algo que parece extraviado, una ciudad que muta, hijas, padres, floristas, estudiantes, perros, abuelas, migrantes, trabajadores de esto y lo otro, personajes que recuerdan, paseantes de una ciudad que se resiste al olvido”

El Primer Lugar de la XXIII edición del concurso fue para Martín Roble, de 33 años de la comuna de Peñalolén. Su cuento “San Carlos navegable”, que en palabras del tercer miembro del jurado destacó por su trayecto y descripción: “Dicen que el canal San Carlos es bajo y traicionero. Sin embargo este cuento demuestra todo lo contrario. El descenso por sus aguas hasta llegar al río, plácida e inevitablemente, nos aleja de Santiago desde adentro, imaginando una salida distinta, en donde confluye lo natural y lo esencial.”

San Carlos navegable

Primer Lugar 

Se decidió un día a demostrar que también el San Carlos podía ser un canal

navegable, haciéndole frente a la marginación y el centralismo. Se embarcó en

Departamental, alentado por unos niños que miraban, y navegó plácido hasta

cruzar el túnel de Apoquindo, donde empiezan los rápidos. Resistieron él y su

bote improvisado, y luego de tomar el curso del Mapocho, navegó en calma por

horas y horas bajo un sol tibio de otoño. Solo los niños supieron de su proeza,

pero ya no buscaba reconocimiento alguno, y mientras se acercaba al Maipo,

pensaba que, de ahí, hasta el mar.

Martín Roble Albeal, 33 años, Peñalolén.

Alquimia

Segundo Lugar

Caminó por calles antiguas y por avenidas. Buscaba y buscaba. Pasó por tiendas

de abarrotes y de repuestos de autos. Vio peleas con puñales. Pasó por plazas y

parroquias. Los pies se le comenzaron a hundir en el suelo. Y siguió caminando y

buscando. Vio tomas y rascacielos. Ya se hundía hasta la cintura. Luego, un

atropello y la celebración de un gol. Los hombros desaparecían. Vio un parto en

la calle y a un perro ladrándole al guanaco. Su cabeza se esfumó en la tierra.

Pero apareció completo al otro lado y siguió caminando y buscando.

César Becerra Lillo, 36 años, La Florida.

La florista

Tercer Lugar 

Lilly es la florista del barrio. Vende las flores más hermosas y llamativas,

atrayendo a toda clase de visitantes que, embelesados por su misticismo, la

visitan a diario. Lo que nadie sabe es que, a la medianoche, se dirige presurosa al

Cementerio General, y una a una saca las flores de sus tumbas que

impacientemente la esperan con los brazos extendidos. Le gusta pensar en sí

misma como la florista de los difuntos, y les promete volver, tal como lo había

hecho su abuela, su madre, y como lo hacía ella, cada noche sin falta.       

          
Gabriela Yuseff Valenzuela, 29 años, Providencia.

Comercio ambulante

Premio al Talento Infantil

Todas las mañanas Raúl se levanta, se baña, se peina con su gel para el pelo y

se pone su traje elegante. Parte caminando desde su casa con su maletín hasta

el metro de la estación Quilín. Cuando llega se sienta, instala su mesa, coloca los

chicles y chocolates, y espera a que lleguen los clientes mientras escucha música

caribeña para acordarse de su pasado. 

Rafaela Durán Salas,12 años, Peñalolén.

Entre las lápidas del Cementerio General

Premio al Talento Joven

«Mi amor, si alguna vez te llegas a perder, quédate tranquila. Yo iré a buscarte», decía mi abuelita cada vez que salíamos. Nunca me alejé de ella, porque estaba

tan asustada que la miraba fijamente mientras apretaba firme su mano, casi esperando a que alguien me intentara llevar arrastrando. Pero eso nunca pasó. Siempre regresábamos juntas. Lo que yo no sabía era que una se podía perder de otra manera, una que no implicara calles y rostros desconocidos. Y cuando estuve perdida no hallé más remedio que ir a buscarla, yo a ella, entre las lápidas del Cementerio General.

Isidora Rayén Olivares Pérez, 15 años, La Florida.

Contaminación

Premio al Talento Mayor

Paso trapo por rincones del fondo, ahí se meten cosas increíbles. Saco pelos

largos de lavatorio. Dejo brillante rejilla del desagüe tina. Pongo pastillas de

jabón. No son nuevas. Lavamos las usadas. Reutilizar, dicen. Recojo tres condones arriscados sobre el piso de alfombra beige color carne. Algún día dirán «reutilizar

también». Limpio ventana con chorro amarillento. Enrollo sábanas sucias con

manchas tristes como gladiolos decrecientes. Hago horrible cisne de toalla que

nos obligan a armar y lo pongo sobre colcha. Pongo piecera de polar sudado para tapar hoyo cigarrillo. Es la pieza más cara, todo listo para el amor.

Ana María del Río Correa, 75 años, Las Condes.

Como las olas del mar

Premio al Talento Breve 

Así me gusta creer que suena de madrugada el pasar de los autos por Vicuña

Mackenna.

María José Cifuentes Bastías, 28 años, Santiago.

Lumi

Mejor Relato de la Memoria 

Caí estrepitosamente, no pude resolver las raíces en la ciclovía. Mientras atendía

los daños en mi rodilla, levanté la mirada y vi por primera vez una plaquita tímida

en el muro de la embajada, con una inscripción. Me levanté para leer y recién ahí,

después de pasar miles de veces por esta ruta de la calle Elena Blanco, te vi.

Lumi, a ti te lanzaron, a ti te hicieron tanto daño antes de morir, y aún luego de

eso, pudieron hacerte daño después de fallecer. Qué frágil es la memoria de los

sitios que habitamos.

Jo Contreras Campos, 37 años, Providencia.

La última bocanada

Mejor Relato del Futuro

En la urbe gris, bajo el yugo del gobierno que racionaba el aire, una familia

resistía. El pequeño enfermó. La abuela, con ojos empañados, decidió entregar

sus últimos filtros para salvarlo. Sus manos arrugadas ajustaban la máscara

sobre el rostro del pequeño. Un golpe seco en la puerta los congeló. Eran ellos.

Se la llevaron. Impotentes vieron cómo se alejaban. El pequeño agonizaba. En

un acto de rebeldía y amor la madre rompió los filtros, liberando el aire puro. Un

soplo de vida llenó los pulmones del niño. En la oscuridad, el amor era la última

luz que les quedaba.

Bárbara Carvajal Sáez, 30 años, Quilpué.

Pudahuel infinito

Mención Honrosa

Cuando se acababa el finde mi papá me llevaba en moto de vuelta desde Renca

a Maipú, cerraba los ojos, lo abrazaba fuerte y deseaba que Pudahuel fuera

infinito.

Diego Amaro Pérez Flores, 24 años, Maipú.

Desconectados 

Mención Honrosa

Esa mañana, la primera detrás de la cinta de peligro era la presidenta de la junta de vecinos. El único árbol, símbolo de unión de la comunidad, iba a ser cortado, sin importar las cartas al municipio, las marchas y los cacerolazos. Caería ante la mirada extasiada de los ejecutivos viales, deseosos de construir una carretera sobre el cadáver de lo único que decoraba un barrio seco y polvoriento. A las ocho en punto la copa tocó el suelo. El retumbar metálico descolocó a los presentes. Aquella araucaria que por años los conectó, siempre verde y viva, era una antena telefónica. 

Camila Vergara Orellana, 33 años, Las Condes.

La niña

Mención Honrosa

La ciudad avanza, la pena se queda en la niña. La ciudad no sabe de la pena de

la niña. La niña no recuerda el origen de su pena, se aleja de la ciudad, de sus

habitantes. La mujer ve crecer a su hija y recuerda el origen de su pena, mira con

desconfianza la ciudad en la que crece la hija. La mujer conversa con su pena,

con la ciudad y baila con la hija. La hija no tiene penas. La ciudad progresa,

quiere proteger a las niñas.

Rosario Vial Valenzuela, 51 años, Peñalolén.

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