Por Bárbara Stengel, Vicedecana de Gestión y Vinculación con el Medio de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI.
En este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebramos los significativos avances en destacar y promover la participación femenina en el ámbito científico y, al mismo tiempo, nos debemos proponer metas ambiciosas que contribuyan a reducir aún más la brecha de género y a superar las barreras socioculturales impuestas desde la niñez.
Para muchos, el nombre «Hipatia» parece una incógnita. Al lado de renombrados pensadores y científicos de la antigüedad –como Pitágoras, Aristóteles y Arquímedes- los descubrimientos e investigaciones de Hipatia suelen ser invisibilizados. Pocos saben, por ejemplo, que fue una de las primeras mujeres matemáticas de la historia; desconocen que escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, y que diseñó instrumentos científicos como un densímetro y un astrolabio para determinar la posición de las estrellas.
Así como ella, muchas científicas han debido enfrentar grandes obstáculos a lo largo de su carrera. Desde la infancia, las niñas son bombardeadas por estereotipos y sesgos de género que las alejan de vocaciones científicas y les imponen barreras socioculturales que persisten en la adultez. De ahí se desprende la importancia de reflexionar y crear iniciativas que promuevan su integración en estas áreas del conocimiento.
Hoy es importante reconocer y valorar que más de mil quinientos años después de Hipatia, el panorama ha mejorado bastante: la brecha de género ha disminuido y cada vez son más las mujeres que se atreven a estudiar carreras científicas.
De acuerdo al último informe del ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, el 53% de las matrículas en educación superior corresponden a mujeres. En esa línea, el ministerio de Educación creó en 2023 el programa “Más mujeres científicas (+MC)”, con el fin de abrir cupos universitarios a mujeres en carreras STEM. La iniciativa contó con la participación de 39 de las 45 universidades adscritas al Sistema de Acceso, entre las que se encuentra la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), que evidenció este 2024 un aumento en la proporción de mujeres seleccionadas en Ingeniería y Ciencias en 9 puntos porcentuales, pasando de un 26% a un 35%. De hecho, el desempeño académico de las mujeres convocadas fue mejor al de los hombres en varios de los indicadores que componen el puntaje ponderado.
Estas son cifras alentadoras que demuestran que vamos por el camino correcto y que, paso a paso, avanzamos hacia un escenario en el que niñas y mujeres pueden desarrollar plenamente sus talentos y vocaciones. No obstante, todavía existen brechas que necesitamos cerrar para alcanzar una equidad cada vez más completa. De acuerdo con el último Informe sobre Brechas de Género en la Educación Superior, apenas un 19% de mujeres se matricula en primer año en alguna carrera STEM y de los 90.580 estudiantes de estos programas -ingeniería, química o astronomía, por ejemplo- sólo 17.238 son alumnas.
Según la Radiografía de Género en CTCI 2020, las mujeres que alcanzan la máxima jerarquía como profesora titular en las universidades chilenas son solo un 22%, lo que se explica principalmente por las dificultades y exigencias para compatibilizar su vida familiar con su desarrollo profesional.
Esto nos demuestra que todavía queda camino por recorrer. En este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, aplaudimos los avances, pero nos debemos imponer nuevas metas para seguir mejorando. Hay que trabajar con énfasis en seguir impulsando referentes y modelos a seguir, para que desde niñas las mujeres puedan sentirse inspiradas a cumplir sus sueños y apoyadas en este recorrido que les permitirá encontrar su verdadera vocación.
Equipo Prensa
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