“Cuando el hogar se convierte en un espacio pensado para el niño, con respeto, límites claros y libertad guiada, las tensiones bajan y la convivencia se vuelve más armónica para todos”, explica Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria, y uno de los más prestigiosos en el aprendizaje basado en la filosofía Montessori, quien entrega claves para aplicar este enfoque educativo de manera práctica desde casa.
Con la llegada de las vacaciones de invierno, muchos hogares se preparan para semanas en que niñas y niños estarán más tiempo en casa. Sin embargo, para algunas familias, esto puede traducirse en desorden, conflictos y agotamiento. Pero no tiene por qué ser así: estos días también pueden ser una oportunidad para fortalecer los vínculos, fomentar la autonomía y construir un ambiente familiar más tranquilo. Desde la mirada Montessori, esto no solo es posible, sino natural.
“El enfoque Montessori se basa en el respeto profundo por el niño, su ritmo y su capacidad de aprendizaje natural, lo cual transforma profundamente la dinámica familiar. En vez de imponer, se acompaña. En vez de controlar, se observa”, explica Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria, y uno de los más prestigiosos en el aprendizaje basado en la filosofía Montessori.
Este cambio de mirada que no sólo puede ser aplicada durante vacaciones sino durante todo el año, permite que la crianza no se base en la reactividad, sino en la conexión. En momentos cotidianos de alto estrés —como las mañanas agitadas, las comidas o la hora de dormir— la crianza consciente basada en Montessori propone herramientas simples pero transformadoras:
Rutinas claras y predecibles, que dan seguridad al niño y evitan conflictos innecesarios.
Fomento de la autonomía, permitiendo que participe activamente en actividades como vestirse, ordenar o servirse, lo que reduce la frustración.
Validación emocional, ayudando al niño a autorregularse desde el acompañamiento, en lugar del castigo o el apuro.
Ambientes físicos cuidados, sin sobreestimulación, con orden y accesibilidad, lo que impacta directamente en su comportamiento.
“Cuando el hogar se convierte en un espacio pensado para el niño, con respeto, límites claros y libertad guiada, las tensiones bajan y la convivencia se vuelve más armónica para todos”, asegura Bobadilla.
Montessori en casa: simple, accesible y efectivo
Una de las creencias comunes sobre este enfoque es que requiere grandes inversiones o transformaciones complejas. Pero la realidad es que Montessori puede aplicarse con pequeñas adaptaciones al entorno:
Muebles a la altura del niño: mesitas, sillas livianas, percheros bajos o camas tipo piso.
Una torre de aprendizaje (o banco seguro): para facilitar su participación en la cocina o el baño.
Juguetes simples y de materiales nobles, como madera o tela, que no hagan todo por el niño.
Estanterías abiertas y ordenadas, en lugar de cajas cerradas.
Elementos cotidianos accesibles: su propia jarra de agua, una canasta con ropa, utensilios reales pero seguros.
“La clave está en permitir que el niño haga por sí mismo, dentro de un entorno que lo invite a explorar y participar. Esto reduce la frustración tanto del niño como del adulto, y facilita rutinas más fluidas”, dice la educadora.
No se trata de hacerlo perfecto, sino con intención
Para muchas madres y padres, la idea de cambiar su forma de criar puede parecer abrumadora. Pero la buena noticia, según Bobadilla, es que no se necesitan grandes recursos ni tiempo para comenzar.
“Lo esencial es un cambio interno, de mirada. Por ejemplo, tomarse unos minutos al día para observar al hijo sin intervenir: ¿Qué le interesa? ¿Qué puede hacer solo? Esa observación es el primer paso hacia el respeto profundo”, explica.
Algunos consejos prácticos para empezar:
Hacer pequeños ajustes: bajar una canasta con calcetines, permitir que se sirva agua solo.
Reducir el ritmo, aunque sea en un momento del día.
Validar emociones: “Veo que estás frustrado. Estoy aquí contigo.”
Entender que Montessori no es para padres perfectos, sino para quienes quieren criar con conciencia.
“Pequeños gestos diarios, sostenidos en el tiempo, construyen un hogar más respetuoso, tranquilo y feliz”, concluye Bobadilla.
En estas vacaciones de invierno, más que entretención sin pausa o rutinas rígidas, la propuesta es simple: mirar al niño con nuevos ojos, y transformar el hogar en un espacio de calma, autonomía y conexión.
Para más información:www.epullay.cl