El aprendizaje de los niños va mucho más allá del aula. Actividades cotidianas, como cocinar, ordenar o vestirse, pueden transformarse en oportunidades para desarrollar autonomía, habilidades y curiosidad si se abordan de manera lúdica. Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de experiencia en educación Montessori, comparte consejos prácticos para aprovechar estos momentos de forma educativa y divertida.

El juego es mucho más que diversión: es una herramienta fundamental para el desarrollo integral de los niños. A través de él, los pequeños aprenden a resolver problemas, socializar, tomar decisiones y desarrollar habilidades cognitivas y emocionales.

“Cada momento cotidiano es una oportunidad de aprendizaje”, explica Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria, y uno de los más prestigiosos en el aprendizaje basado en la filosofía Montessori. “Cocinar, ordenar la habitación, elegir la ropa o cepillarse los dientes pueden transformarse en experiencias educativas si se involucra al niño, se le da autonomía y se convierte en un juego”, explica la profesional.

Desde la mirada Montessori, cada actividad diaria es una oportunidad para que los niños desarrollen autonomía, concentración y habilidades prácticas a través de la acción directa. Actividades como cocinar, ordenar la habitación o vestirse no se ven como tareas, sino como “trabajos del niño” que fomentan responsabilidad y autoestima. Según la educadora, “al ofrecer a los niños espacios y materiales adecuados, permitirles tomar decisiones y acompañarlos sin intervenir excesivamente, se promueve el aprendizaje natural y la independencia, pilares fundamentales de la filosofía Montessori”.

Algunos ejemplos concretos que propone la experta son:

  • Cocinar juntos: medir ingredientes, seguir pasos y contar porciones estimula matemáticas, coordinación, concentración y orden.

  • Ordenar la pieza o los juguetes: clasificar colores, tamaños o tipos desarrolla pensamiento lógico y autonomía.

  • Salir de compras: comparar precios, elegir frutas o contar monedas fomenta habilidades numéricas y toma de decisiones.

  • Elegir ropa o vestirse solo: fortalece la independencia y sentido de responsabilidad.

Bobadilla recalca que la clave está en integrar estas experiencias de manera natural, sin presionar al niño ni convertirlo en una obligación. “El aprendizaje se potencia cuando los niños sienten curiosidad y disfrutan el proceso. Los padres y cuidadores deben acompañar, hacer preguntas que inviten a pensar y celebrar cada pequeño logro”, concluye.

De esta manera, los momentos cotidianos del hogar se convierten en un laboratorio de aprendizaje donde los niños desarrollan autonomía, habilidades prácticas y confianza en sí mismos, todo mientras juegan y disfrutan.

Para más información:

www.epullay.cl

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