Beatriz Arteaga Directora Escuela de Enfermería y de Técnico de Nivel Superior en Enfermería Universidad de Las Américas
Cada 12 de mayo conmemoramos el Día Internacional de la Enfermería, fecha que corresponde al nacimiento de Florence Nightingale, figura emblemática que estableció los fundamentos científicos, éticos y filosóficos de la enfermería moderna. Florence, fue pionera en evidenciar, mediante el estudio y la observación rigurosa, que el cuidado constituye una acción sanitaria esencial, capaz de salvar vidas y transformar realidades.
Esta efeméride rinde homenaje a quienes han puesto sus conocimientos y vocación al servicio del cuidado de las personas, familias y comunidades, siempre teniendo presente que el profesional de enfermería es un pilar esencial para el sistema de salud.
Los enfermeros y enfermeras son testigos privilegiados de momentos únicos en la existencia del ser humano, desde su nacimiento y hasta los últimos días de su vida. Son capaces de mirar más allá del diagnóstico clínico, de reconocer la historia, los temores, las emociones y las esperanzas de quienes cuidan, y de poner el saber y la presencia al servicio de transformar el sufrimiento en consuelo y la incertidumbre en esperanza.
El ritmo vertiginoso de los sistemas de salud, la presión por los resultados, y el uso de tecnologías que, si bien aportan, en ocasiones se interponen en las relaciones interpersonales, hacen urgente relevar la esencia de la enfermería hacia el cuidado humanizado.
Los profesionales de esta área están llamados a liderar un cambio de paradigma que devuelva el protagonismo de lo esencial del encuentro con otro. Hoy, más que nunca, es tiempo de priorizar la atención plena, la escucha activa, la empatía y la presencia compasiva. Esto no es una alternativa, sino una necesidad ética, profesional y social, que implica adoptar una mirada integral que acoja la diversidad y que sepa ofrecer consuelo en medio de la fragilidad.
Este 12 de mayo, enfermeras y enfermeros renovamos el compromiso con el cuidado humanizado como un acto transformador, guiado por la ciencia, impulsado por la vocación y sostenido en el amor genuino por el otro.