Santiago, marzo 2025.- Con el regreso a clases en marzo, la atención se centra nuevamente en la alimentación de los niños y jóvenes. Ante la gran cantidad de información disponible sobre qué alimentos y bebidas consumir o evitar, es crucial promover hábitos alimenticios balanceados y conscientes, especialmente durante el recreo.

Alimentarse de manera balanceada y consciente implica comer con intención y atención, ayudando a las personas a sentirse satisfechas, renovadas y llenas de energía, al tiempo que se eliminan sentimientos negativos asociados a la comida.

El consumo consciente de snacks se puede enseñar mediante pasos sencillos y prácticos. Según el estudio de Nielsen “Snack Attack: lo que buscan los consumidores de todo el mundo”, el consumo de snacks se ha convertido en un comportamiento común debido al ritmo de vida acelerado. La encuesta, realizada a 30.000 personas en 60 países, revela que la gente no sólo come para satisfacer el hambre entre comidas (76%), sino también para reemplazar las principales comidas como desayuno, almuerzo y cena (52%, 43% y 40%, respectivamente). Esta cultura global de «picar» subraya la importancia de aprender a comer de manera consciente, atenta y sostenible.

La base del snacking consciente reside en ayudar a las personas a escuchar atentamente su cuerpo e identificar sus preferencias y necesidades para ese momento. Comer refrigerios conscientemente implica prestar atención al «ahora» y centrarse en la experiencia del refrigerio de principio a fin.

Un aspecto clave el snackeo consciente es el tamaño de la porcion que se consume. Proporcionar la porcion correcta en una merienda balanceada es crucial para lograr satisfacer las necesidades de ese momento y evitar excedernos en lo que se consume. 

Asimismo, incluir snacks balanceados ayuda a los niños y jóvenes a tener energía para sus actividades diarias y a mantener la concentración en las clases. Un snack balanceado es aquel que combina diferentes tipos de alimentos para obtener un adecuado aporte nutricional. Beber suficiente agua también es un factor clave especialmente en los momentos de actividad. 

Usar los sentidos es otro elemento fundamental al momento de snackear de manera consciente. Una experiencia sensorial completa implica oler sus aromas, probar sus sabores, sentir su textura, observar su forma y colores, e incluso escuchar su crujido.

Adoptar esta conducta al alimentarse puede llevar tiempo, pero es un hábito que las familias pueden fomentar a través de pequeños pasos graduales, especialmente cuando los estudiantes llevan refrigerios por primera vez a sus jornadas escolares. Todos los snacks pueden formar parte de una dieta equilibrada y siempre es más fácil crear un nuevo comportamiento, como comer bocadillos de forma consciente, que detener un hábito antiguo.

Las familias pueden ayudar a los menores a disfrutar de un snack de manera consciente, desde el momento de elegirlo. Recordarles que el objetivo es que satisfaga las necesidades cuando lo consuman e instarlos a disfrutarlo pausadamente, atendiendo a sus características. En poco tiempo, los más pequeños de la casa aprenden a comer bocadillos conscientemente incluso cuando los adultos no están presentes.

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