José Pedro Hernández Historiador y académico Facultad de Educación Universidad de Las Américas
En Chile, las Fiestas Patrias son sinónimo de celebración, historia y tradición. Mientras el aroma a asado y empanadas llenan el aire, y la cueca resuena en cada rincón, existe otro elemento fundamental que colorea estas festividades: los juegos tradicionales. Más allá de la chicha y los emblemas patrios, dichos espacios de esparcimiento representan la alegría, unión familiar y conexión con nuestras raíces.
Mucho antes de la llegada de la tecnología y las pantallas, los juegos tradicionales chilenos eran la principal fuente de entretenimiento y cohesión social. Su origen se remonta a tiempos ancestrales, donde magos y chamanes los utilizaban como prácticas religiosas para asegurar el bienestar colectivo. Con el tiempo, trascendieron su significado místico para convertirse en un elemento lúdico y cultural, transmitido de generación en generación.
Hoy, desde las grandes ciudades hasta los rincones más apartados del país, niños y adultos se reúnen en torno a estos juegos que desafían la destreza, la estrategia y el trabajo en equipo. Un trompo o un emboque se transforman en herramientas de diversión y competencia sana. La rayuela, el palo encebado y el tirar la cuerda, nos recuerdan la importancia de la simpleza, la creatividad y el contacto humano.
Algunos de los más tradicionales que no pueden faltar en estas Fiestas Patrias son el trompo, saltar la cuerda, el emboque, la gallinita ciega, el volantín, el luche, las carreras de tres pies y de sacos, el run-run, pillar el chancho y las bolitas, entre muchos otros que enriquecen nuestro patrimonio cultural.
En los tiempos actuales, donde el aislamiento y la virtualidad marcan el día a día, la importancia de los juegos típicos cobra aún más relevancia. Representan una oportunidad para reconectar con nuestra esencia, para disfrutar al aire libre y fortalecer los lazos familiares. Sacar el trompo del cajón, o participar en una partida de tirar la cuerda, se convierte en un acto de resistencia cultural y un recordatorio de la alegría simple que nos caracteriza como chilenos.
Este 18 de septiembre, no olvidemos dedicar un espacio a los juegos tradicionales. Mantengamos viva la llama de nuestra cultura, compartiendo la alegría y la simpleza de estas actividades lúdicas que han unido a generaciones de chilenos.
Equipo Prensa
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