Hay un amplio acuerdo en el mundo de la educación de la necesidad de los estudiantes de desarrollar las llamadas “habilidades del siglo XXI”. Estas representan, según el Mineduc, las habilidades que permitirán a las niñas, niños y jóvenes “ser ciudadanos íntegros de la sociedad del conocimiento”. Dentro de estas encontramos la alfabetización en tecnologías digitales de información; la creatividad; el pensamiento crítico; la colaboración; y habilidades para vivir en ciudadanía. Si bien muchos podemos estar de acuerdo que estas habilidades son relevantes para el desarrollo de los estudiantes, poco se habla de las condiciones que requiere un establecimiento educacional para poder desarrollarlas de forma efectiva. Desde nuestra experiencia, trabajando con equipos directivos de todo Chile a través de nuestra iniciativa Colegios que Aprenden, uno de los mejores puntos de partida para migrar a este tipo de organizaciones es trabajar el liderazgo escolar.
Para que los estudiantes puedan desarrollar las habilidades del siglo XXI de forma efectiva, los colegios, escuelas y liceos deben funcionar a su vez como organizaciones del siglo XXI. Deben ser espacios donde se promueva el aprendizaje a todo nivel, tanto de estudiantes como de líderes, docentes y asistentes de la educación. Para eso se deben dar espacios de diálogo, de reflexión; donde se testeen nuevas estrategias pedagógicas, se monitoreen y se evalúen con frecuencia. También tienen que darles a los docentes la opción y libertad de probar nuevas metodologías permitiéndoles incluso fallar sin que esto les traiga consecuencias negativas, pues, entendemos que así es como mejor aprendemos.
Los líderes de este tipo de organizaciones deben gestionar los espacios donde los docentes adquieren las capacidades y herramientas necesarias para desarrollar estas habilidades. Esto implica contar con líderes que puedan tener conversaciones difíciles, que sean capaces de resolver conflictos asertivamente, y puedan dar retroalimentación efectiva a sus equipos, entre otras habilidades. Estas profundas competencias crean, en la cultura organizacional de una escuela, la diferencia entre una que potencia la innovación, y que atrae y retiene talento; o una cultura escolar rígida donde se sigue haciendo “lo que siempre hemos hecho”.
En Enseña Chile queremos ser un apoyo para las comunidades escolares, específicamente para sus directivos, por lo que de manera constante buscamos ofrecer espacios seguros para formarlos y acompañarlos en su desarrollo como los líderes que la educación de este siglo necesita.
Equipo Prensa
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