María Jesús Honorato Decana Facultad de Educación Universidad de Las Américas
El Plan de Modernización de la Educación Parvularia es una iniciativa pensada para que las familias tengan información clara, cupos reales y calidad garantizada en jardines infantiles y salas cuna ¿Qué cambia en la práctica? A partir de ahora, existirá una plataforma única en la que se podrán conocer todos los jardines infantiles, salas cunas y establecimientos con Kínder y Pre-Kínder reconocidos por el Estado con datos de administración, cupos y certificación. Así, antes de inscribir a nuestros hijos o hijas, se sabrá al instante si hay vacantes disponibles, evitando sorpresas de última hora.
La prohibición de las matrículas dobles es otro cambio decisivo. Hasta hoy, muchos niños figuraban en dos listas subvencionadas, inflando artificialmente la demanda y dejando fuera a quienes realmente necesitaban un lugar. Con esta norma, esos cupos se liberan de inmediato para nuevas familias, agilizando el acceso a las salas cunas y jardines infantiles.
Los jardines deberán cumplir con parámetros mínimos de infraestructura, personal formado, un proyecto educativo y protocolos sanitarios, y tendrán hasta el 31 de diciembre de 2034 para obtener el “Reconocimiento Oficial”. Durante ese periodo, la Subsecretaría de Educación publicará cada año un Plan de Cumplimiento con apoyo técnico, formativo y financiero.
Así, esta entidad refuerza su rol fiscalizador, con nuevas atribuciones para inspeccionar y verificar que lo establecido en el papel se cumpla en cada sala. Sin embargo, asegurar la calidad de los aprendizajes exige algo que no está incluido en el proyecto aprobado: un presupuesto robusto y estable. Este aspecto queda como un desafío pendiente que debemos visibilizar y exigir, porque solo con una financiación focalizada estos jardines, salas cunas y Pre-Kínder y Kínder serán verdaderos espacios de descubrimiento y de aprendizajes significativos, con educadoras y educadores valorados y formados para estimular el desarrollo integral de cada niño.
Invertir en la primera infancia es sembrar el futuro. Con este plan, cada niña y niño crecerá en un entorno más seguro, estimulante y digno, y las familias tendrán la certeza de que el Estado acompaña y respalda su educación desde el primer día. Ahora, queda pendiente el reto adicional: garantizar los recursos necesarios para que esta visión no se quede en el papel, sino que se sostenga con hechos y fondos reales.