José Luis Fernández, Director Carrera de Ingeniería en Minas, Universidad de Las Américas
La industria extractiva enfrenta hoy una encrucijada global: leyes de mineral decrecientes, mayores costos operativos y una creciente exigencia social y ambiental. En este contexto, la digitalización, y en particular la inteligencia artificial (IA), se posiciona como una fuerza disruptiva clave. Chile, gracias a su liderazgo mundial, ha consolidado su rol como referente en América Latina en la aplicación de estas tecnologías, según el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA, 2023).
Este liderazgo no es fortuito. Responde a una combinación de elementos: infraestructura tecnológica avanzada, con redes de fibra óptica y centros de datos capaces de procesar grandes volúmenes de información; un capital humano especializado que integra ciencia de datos e ingeniería de minas, y un ecosistema de innovación público-privado donde grandes compañías, centros de investigación y startups colaboran activamente.
La incorporación de esta tecnología se observa a lo largo de todo el ciclo productivo. En faenas a cielo abierto y subterráneas, destacan las flotas de camiones autónomos guiados por algoritmos y sensores de alta precisión que incrementan la productividad y disminuyen riesgos humanos. En la etapa de exploración, drones y modelos de machine learning permiten identificar patrones que aceleran el hallazgo de nuevos yacimientos. En seguridad, sistemas predictivos procesan información de maquinaria y condiciones ambientales para anticipar accidentes, mientras que los gemelos digitales facilitan la inspección y planificación de túneles.
En las plantas de tratamiento, la IA actúa como un “operador experto” virtual. Un ejemplo es la División El Teniente, donde Codelco implementó un gemelo digital en su área de chancado, logrando mejoras de eficiencia de hasta un 15%. Startups como AltumLab han diseñado soluciones que reducen el consumo de agua y energía en un 20%. A esto se suma el mantenimiento predictivo, que anticipa fallas con semanas de antelación y transforma la gestión de equipos críticos.
Junto a sus beneficios, la adopción de la inteligencia artificial trae consigo importantes desafíos. La gobernanza de datos y la ciberseguridad son esenciales para resguardar operaciones hiperconectadas. La reconversión laboral y la atracción de talento multidisciplinario resultan urgentes en una industria tradicionalmente mecánica. Además, la ética y la transparencia deben ser parte central del proceso, evitando que las decisiones automatizadas se conviertan en una “caja negra” incomprensible para quienes dependen de ellas.
La inteligencia artificial se ha transformado en un pilar estratégico para la minería chilena, generando avances en productividad, seguridad y eficiencia en el uso de recursos. Pero el verdadero reto está en conducir esta revolución digital con visión de futuro, integrando responsabilidad social y ambiental. El próximo paso no será solo aplicar IA en áreas aisladas, sino construir un ecosistema minero cognitivo e interoperable que consolide el liderazgo de Chile en la próxima década.