Estos días se celebra en Glasgow -Escocia- una de las reuniones más importantes del mundo: la conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en la que participan alrededor de 197 líderes de Estado para establecer los lineamientos de cooperación que permitan disminuir la crisis climática, adaptarse a sus cambios y reducir la vulnerabilidad de la humanidad.
¿Qué podemos esperar de este encuentro que termina el 12 de noviembre?
Avanzan los días, pero aún no hay suficiente claridad al respecto, especialmente cuando el compromiso real de actores importantes en estas negociaciones parece diluirse en el camino de acuerdos realmente tangibles. De acuerdo a los cambios que observamos en los últimos años, lo que sí parece estar claro es que vamos corriendo hacia la catástrofe climática, como lo indicara António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, al plantear la incertidumbre de cómo sobrevivirán 7.000 millones de personas en un planeta más cálido, y si será posible, para las próximas generaciones, revertir niveles muchos peores de calentamiento global.
Para entender esta reunión mundial de Conferencias de las Partes -en su versión número 26- es necesario traer al presente el Acuerdo de Paris de 2015 donde se alcanzó un acuerdo histórico para combatir el cambio climático que permitiera intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono.
Desde ese entonces hasta la actualidad, el fracaso es evidente. No ha disminuido el incremento en las temperaturas causado por la quema de petróleo, gasolina y carbón, que ya ha ocasionado inundaciones mortales, incendios, calor y sequía por todo el mundo, donde los más afectados son y serán los países pobres. Los mismos que aún se encuentran a la espera de recursos económicos prometidos por países industrializados y que no se les han entregado, aumentado la crisis.
Desde la Revolución Industrial la temperatura promedio global se incrementó en más de un grado Celsius. Aunque esta cifra pudiera parecer poco relevante, la realidad es que el consenso científico asegura que, si la temperatura en el planeta aumenta en 1,5 grados Celsius, también lo hará de manera exponencial la probabilidad de catástrofes climáticas mucho peores a las que estamos viviendo y que llevarían a una exacerbación del hambre, de enfermedades y otros conflictos.
Las metas de la cumbre son que los países se animen, unos a otros, a frenar sus emisiones, que se comprometan a brindar apoyo económico a los países de menores ingresos que son los más afectados por el cambio climático y con menor capacidad de reacción, modificar algunas de las reglas establecidas por el Acuerdo de París y, lo más crucial, es que los acuerdos sean eficientes y colaborativos, donde la política interna y externa de todos los Estados deba responder con una urgencia crítica a solucionar la crisis climática.
Equipo Prensa
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