Un reciente episodio donde una consultora multinacional debió corregir un reporte entregado al gobierno australiano tras detectarse referencias falsas generadas con inteligencia artificial (IA), volvió a instalar una preocupación central: ¿cómo compatibilizar la adopción de estas tecnologías con la confianza pública en los informes profesionales?
La incorporación de IA en la auditoría promete mayor eficiencia y alcance, pero también plantea riesgos que tocan la esencia de su quehacer: el escepticismo profesional, el juicio crítico y la responsabilidad ética del auditor. Estos valores, recogidos en las normas internacionales de ética y auditoría, pueden verse debilitados si se delega en algoritmos tareas que exigen criterio humano. La dependencia excesiva de herramientas automatizadas no solo amenaza la calidad de la evidencia, sino que también genera riesgos de opacidad y responsabilidad difusa.
En este sentido, la profesión enfrenta un importante desafío: aprovechar las ventajas de la automatización sin diluir el papel indelegable del auditor como garante de la confianza pública. Esto requiere avanzar hacia marcos normativos que refuercen la transparencia y la atribución de responsabilidades, alineados con estándares internacionales como los del International Ethics Standards Board for Accountants (IESBA) y las Normas Internacionales de Auditoría.
En Chile, el proyecto de ley sobre inteligencia artificial que se encuentra en tramitación abre una oportunidad para incorporar estas preocupaciones en la regulación local, estableciendo criterios de riesgo, transparencia y notificación de incidentes. Al mismo tiempo, la formación de auditores debe actualizarse para integrar estas competencias digitales, sin perder el eje ético.
La confianza en la auditoría no descansa en la tecnología, sino en la integridad y escepticismo profesional del auditor. La IA puede ser un apoyo valioso, pero no sustituye la mirada crítica ni la responsabilidad ética. Solo así será posible sostener la credibilidad de la profesión en un entorno cada vez más digitalizado y exigente.