Vivimos en una era donde cada clic deja huella. Las búsquedas que realizamos en Internet no solo revelan nuestras curiosidades, sino también nuestros intereses, hábitos y hasta preocupaciones. El resultado es publicidad personalizada que nos persigue en redes sociales, sitios web y aplicaciones. Pero, ¿por qué podemos aumentar nuestra privacidad? Porque, aunque no es posible desaparecer por completo del radar digital, sí podemos reducir significativamente la exposición con prácticas y herramientas adecuadas.
Cada vez que buscamos algo en Google, vemos un video en YouTube o interactuamos en redes sociales, generamos datos. Estos datos son oro para las empresas que diseñan perfiles de consumo y nos bombardean con anuncios “a medida”. Lo que parece comodidad, en realidad es una estrategia para influir en nuestras decisiones.
Para dimensionar el fenómeno, basta considerar que Google procesa entre 13 y 14 mil millones de búsquedas al día, lo que equivale a más de 5 billones de búsquedas al año, y cada segundo se realizan más de 105.000 consultas, según un estudio realizado por Statista.
Además, el 90% del mercado global de motores de búsqueda está dominado por Google, de acuerdo con un estudio realizado por StatCounter, y el 15% de las búsquedas diarias son completamente nuevas, nunca antes vistas por sus algoritmos, según un estudio realizado por Google Search Central.
Estos datos no solo se usan para mejorar resultados, sino para alimentar un ecosistema publicitario que genera más de US$ 273 mil millones anuales en ingresos por anuncios, según un estudio realizado por Alphabet en su informe anual. La “personalización” no es un servicio gratuito, sino el corazón de un negocio que depende de nuestra información.
Proteger nuestra privacidad en Internet no depende de una sola acción, sino de una combinación de hábitos y herramientas que trabajan juntas. Desde un computador, el primer paso es elegir navegadores que prioricen la seguridad, como Brave o Firefox. En Brave, se recomienda ir a Configuración > Escudos y activar el bloqueo agresivo de rastreadores, cookies de terceros y protección contra huellas digitales. También habilita el modo HTTPS-Only para conexiones seguras.
En Firefox, accede a Configuración > Privacidad y Seguridad, selecciona la protección contra rastreo en modo Estricto, activa el borrado automático de cookies al cerrar el navegador y habilita el modo HTTPS Only. Además, desactiva la telemetría para evitar el envío de datos a Mozilla.
Complementa esto con motores de búsqueda que no rastreen, como DuckDuckGo. Para configurarlo como predeterminado, en Chrome o Firefox ve a Configuración > Motor de búsqueda y selecciona DuckDuckGo. En móviles, en Android abre Configuración > Aplicaciones > Navegador > Motor de búsqueda y elige DuckDuckGo; en iOS, ve a Ajustes > Safari > Motor de búsqueda y cámbialo.
Instalar extensiones como uBlock Origin y Privacy Badger es otro paso clave. En Chrome o Firefox, busca estas extensiones en la tienda oficial, instálalas y activa listas de bloqueo avanzadas. En uBlock Origin, puedes añadir filtros adicionales y bloquear scripts para máxima protección; en Privacy Badger, los rastreadores se bloquean automáticamente según su comportamiento.
En dispositivos móviles, además de usar navegadores privados, revisa los permisos de las aplicaciones. Limita el acceso a la ubicación y desactiva el seguimiento de anuncios: en Android, ve a Configuración > Google > Anuncios y activa “Inhabilitar personalización de anuncios”; en iOS, ve a Configuración > Privacidad > Publicidad y activa “Limitar seguimiento de anuncios”. También puedes restablecer el identificador de publicidad en ambos sistemas para eliminar rastreadores asociados.
En conjunto, estas medidas no eliminan por completo la exposición, pero sí la reducen significativamente, devolviéndonos parte del control sobre nuestra información. Proteger nuestra privacidad no es paranoia, es sentido común. Cada dato que cedemos voluntariamente alimenta un sistema que sabe más de nosotros que nosotros mismos.
La pregunta no es si tenemos algo que ocultar, sino si queremos conservar el derecho a decidir qué compartimos. Navegar sin dejar rastro absoluto es casi imposible, pero reducir la exposición está en nuestras manos. La privacidad no debería ser un lujo, sino un derecho que defendemos con información y acción.
Edgardo Fuentes – Director Ingeniería en Ciberseguridad U. Andrés Bello





















