En Congreso Futuro, Un mundo cyborg, el editor de BBC Future, Richard Fisher, presentó a los tres exponentes antes de hacerlos reflexionar sobre los avances tecnológicos que cada día nos envuelven en un mundo cada vez más automatizado.
Nadia M. Thalmann es una doctora en física cuántica con estudios en psicología, biología y química, creadora del primer prototipo de robot social, Nadine, que es idéntica a ella y se desempeña como recepcionista en Singapur. Katja Grace es investigadora de Inteligencia Artificial (IA) con estudios en teoría de juegos y razonamiento antrópico. Zoltan Istvan es fundador y miembro del Partido Transhumanista en California, y cree que el futuro incluye una fusión de humanos con máquinas a través de software que nos permitan tener un acceso directo a la inteligencia artificial.
Robots sociales
Thalmann explicó cómo los acompañantes sociales humanoides ayudan a adultos mayores con demencia en Singapur, pero fue enfática en que la diferencia entre humanos y robots es muy clara. “Nadine es una máquina con cuerpo. Es una escultura dinámica muy placentera, pero yo nunca creeré que es humana”, dijo la científica, haciendo énfasis en que un robot no tiene conciencia de sí mismo ni emociones, y que la forma de pensar de una persona es muy distinta a la de un computador. El ser humano piensa de manera intuitiva, capacidad que no tienen los robots, quienes usan la lógica para “pensar”.
Istvan por otra parte, cuestionó si estamos pasando las fronteras entre lo humano y lo robótico, y preguntó si las máquinas pueden llegar a ser consideradas seres vivientes. Además declaró que debemos pensar cómo dar ingresos en un futuro donde los robots pasen a hacer todas las labores humanas mejor que las personas y se pierdan empleos. El político es partidario de una fusión de humanos y máquinas que difuminaría las fronteras entre ambos.
Pero Katja Grace es más moderada y explicó que en el interés de saber lo que los robots serán capaces de hacer mejor que los humanos, “normalmente las personas adivinan las respuestas”, pero que esas suposiciones no siempre van de la mano con lo que creen los científicos. Thalmann apoyó esta idea diciendo que “la realidad es mucho más compleja que Hollywood, por ejemplo. Nos encontramos tecnológicamente más abajo que la imaginación”
Responsabilidades para hacer IA
Fisher preguntó a los expositores por los límites éticos que podrían haber a la hora de avanzar en tecnologías con capacidad para razonar. Thalmann recalcó que la creación de robots de cualquier tipo debe siempre obedecer a que sean una ayuda para las personas. “Podemos agregar un software que le diga al robot qué hacer y qué no hacer. No creamos robots que puedan controlarnos”, explicó la creadora de Nadine.
Para Thalmann el tema va incluso más allá de controlar los alcances físicos que puedan desarrollar las máquinas, sino que también debemos hacer legislaciones que permitan a cada persona decidir qué hacer con su información personal, como está empezando a ocurrir en Europa con lo que se conoce como derecho al olvido en la web. Istvan confía en que el modelo capitalista ayude a controlar a las empresas que dominen las capacidades de robots. Así, si una compañía tiene prácticas que ofendan a la población, se podrán usar los servicios de otra que satisfaga a las personas. El transhumanista también cree que los gobiernos harán una suerte de carrera armamentista en IA donde las potencias se preocuparán de llegar primero a los avances que vengan.
Grace valoró que exista una preocupación previa a que haya una penetración aún más masiva de la IA, pero alertó a avanzar en problemas actuales, como el alienamiento que generan algunas tecnologías. “Al empoderarse las máquinas es importante que puedan entender lo que nos preocupa”, dijo la científica. Puso como ejemplo el caso de sistemas de navegación GPS que llevaron a usuarios a zonas de incendio en California, ya que sólo valoraron la preferencia de vías despejadas, pero no fueron capaces de integrar el peligro a la hora de aconsejar a las personas.
La problemática expuesta por Grace es lo que Thalmann entiende por conciencia de la máquina. La doctora en física cuántica dijo que aunque su robot Nadine es muy inteligente, no es capaz de ser consciente de lo que la rodea, sino hacer relaciones que le permitan llegar a conclusiones. “Estaría feliz de que en 10 años Nadine estuviera consciente de lo que la rodea”, concluye su creadora.
¿Cesantía global?
“El problema de la transición hacia un mundo altamente automatizado es que la gente se gane la vida de otra manera”, dijo Katja Grace. Istvan, en cambio, duda que las personas quieran trabajar si hubiesen máquinas que pudiesen reemplazarlas. Cree que llegará un momento en que se haga imperativo decidir si fusionarnos con máquinas y, en ese caso, planteó la pregunta de cómo cambiaría la necesidad de educación en un mundo en que los humanos tengan dispositivos y prótesis intracerebrales que nos conecten con la biblioteca más grande de la historia: internet.
Thalmann discrepa con Istvan. “Ya estamos en una sociedad automatizada”, dijo la científica, y agregó que ve un cambio en el trabajo y que los seres humanos aún son necesarios para trabajar en esta tecnología.
Equipo Prensa
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