• “Los niños que experimentan estos pequeños éxitos lingüísticos tienden a confiar más en sus capacidades. Es común observar más iniciativa, curiosidad y creatividad, y una mayor disposición a enfrentar desafíos tanto académicos como personales”, indica Maria Bethania Retamal, Leader in Quality and Training  de Berlitz Chile.

El dominio de un segundo idioma se ha vuelto una herramienta clave para el futuro, ya que no sólo mejora las habilidades académicas de los niños, sino que también fortalece su autoconfianza y seguridad emocional. Así lo explica Maria Bethania Retamal, Leader in Quality and Training  de Berlitz Chile, quien detalla cómo este proceso impacta directamente en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los más pequeños.

Según la especialista, aprender un segundo idioma activa en el cerebro infantil áreas vinculadas a la memoria, la atención y la resolución de problemas, potenciando la flexibilidad cognitiva. “Cuando un niño aprende un segundo idioma, su cerebro no sólo incorpora vocabulario nuevo, sino que desarrolla la capacidad de alternar entre sistemas lingüísticos, comprender distintas perspectivas y adaptarse a contextos cambiantes”, señala Retamal.

En el ámbito emocional, agrega, cada pequeño avance —desde recordar una palabra hasta expresarse con una frase sencilla— genera una sensación real de logro que impacta directamente en su autoestima. “Los niños que experimentan estos pequeños éxitos lingüísticos tienden a confiar más en sus capacidades. Es común observar más iniciativa, curiosidad y creatividad, y una mayor disposición a enfrentar desafíos tanto académicos como personales”, explica.

La seguridad que ganan los niños al comunicarse en inglés también se ve en la práctica cotidiana, especialmente en entornos de aprendizaje comunicativo como Berlitz. Retamal comenta que, a medida que los niños se dan cuenta de que pueden expresarse y ser comprendidos, su participación se vuelve más espontánea. “Comienzan a levantar la mano con más frecuencia, hacen preguntas, interactúan con sus compañeros sin miedo a equivocarse. Esa confianza trasciende el idioma: se refleja en habilidades blandas como la comunicación asertiva, el liderazgo en actividades grupales y el pensamiento crítico”, afirma. Incluso fuera del aula, muchos se muestran más sociables y colaborativos, porque descubren que pueden desenvolverse en un contexto nuevo.

Para madres, padres y profesores, la recomendación es clara: mantener el inglés como parte natural de la rutina diaria, sin presión y sin convertirlo en una obligación. Retamal sugiere incorporar canciones, cuentos, juegos o instrucciones breves en inglés; celebrar los avances; fomentar espacios libres de juicio; y modelar curiosidad como adultos.

 “Cuando el idioma se transforma en un vehículo para jugar, expresarse y relacionarse, se convierte en una herramienta de crecimiento personal, no solo académico”, afirma la experta.

En esa misma línea, Berlitz Chile lanzó su campaña de verano, pensada especialmente para entregar a los niños un espacio seguro, dinámico y entretenido donde puedan interactuar en inglés de manera natural. Los programas incluyen talleres, actividades creativas y dinámicas grupales que promueven el uso del idioma en situaciones reales. “Es una oportunidad para que avancen a su propio ritmo, construyan nuevas amistades y descubran que comunicarse en otro idioma puede ser algo divertido y motivador”, explica Retamal.

En un verano donde muchas familias buscan actividades significativas para sus hijos, aprender inglés aparece como una alternativa que no solo prepara para el futuro, sino que también fortalece la seguridad emocional y el desarrollo integral de los niños.

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Equipo Prensa
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