Cristián Villegas Director Instituto de Educación y Lenguaje Universidad de Las Américas
Bots, es un concepto que cada cierto tiempo surge en los medios y hace alusión a un autómata. El término proviene del checo que significa “robota” y se asocia al trabajo forzado o esclavo. Si bien nace en 1921 con la obra “R.U.T” de Karel Capek, se populariza con la masificación de internet para describir a un programa que opera sin control humano y realiza acciones nocivas tales como enviar correo spam sin control o genera tráfico falso en los sitios web. Actualmente, potenciado con IA, puede participar del debate público, por ejemplo, en las redes sociales. Se diferencian de los chatbot de inteligencia artificial, ya que el primero no tiene supervisión ni se puede dialogar con él, mientras el chatbot está al servicio de los requerimientos de las personas mediante la interfaz conversacional.
Los bots están siendo utilizados ampliamente, pero con la IA se ha potenciado su uso dado que han aumentado sus capacidades, el problema es que inundan la red de información tendenciosa o no supervisada por seres humanos. Tanta es su masificación que se cree que el 55% del tráfico en la red proviene de los bots, además que en algunas ocasiones se les programa para atacar un sitio web que lo deja fuera de servicio o para infectar a los equipos conectados a la nube.
Uno de los principales problemas es que afectan la calidad de la información que circula, dado que hoy es más difícil diferenciar a simple vista la data oficial de la falsa, con lo cual se puede intentar manipular a la opinión pública, principalmente en torno a temas políticos. La educación no queda fuera del alcance de los bots, dado que cada día más sitios web cuentan con contenido autogenerado por bots sin ningún tipo de control humano, lo que afecta la calidad de lo que estudiantes y docentes pueden encontrar, siendo clave el fortalecimiento de habilidades para lograr identificar pesquisas verdaderas.
Si bien los chatbot de IA tienen menos problemas al respecto, dado que la interacción educativa depende de los seres humanos, de igual forma tanto por sesgos como por alucinaciones, no se puede confiar en ellos al 100% ni mucho menos depender de estos para la realización de desafíos académicos que pueden reducir la capacidad de análisis de los estudiantes y, por ende, el que no generen aprendizajes y habilidades mínimas.
Tanto la sociedad civil como la educación deben estar alerta al uso indiscriminado de inteligencia artificial; esto para los bots que operan sin supervisión y en general para fines inadecuados, y para los chatbot, en principio inofensivos y vistos como un aporte al aprendizaje, pero cuyo uso sin supervisión lleva también a resultados nefastos.
La formación y uso ético de estas tecnologías es fundamental, y, sobre todo, humanizar los procesos, incluido el ciberespacio, ya que cada vez más la interacción se está dando entre máquinas y no entre personas.