- Expertos aseguran que el aumento del diagnóstico desafía al país a hacer mejoras específicas en el sistema educativo nacional, considerando la necesidad de contar con una mayor cobertura en la formación continua de las y los docentes, considerando además la mejora en su formación inicial, además de promover una cultura escolar cada vez más inclusiva.
En los últimos diez años el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) está siendo identificado con mayor frecuencia, tanto en Chile como en el resto del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global, uno de cada 100 niños se encontraría dentro del Espectro Autista. Esta realidad también se observa en nuestro país, donde el número de estudiantes diagnosticados con TEA ha manifestado un creciente aumento.
En Chile, la Encuesta Nacional de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE) de 2022 reveló que existen 44.594 personas adultas con diagnóstico de TEA, lo que evidencia que esta condición no solo se manifiesta en la infancia, sino que requiere de una mirada integral a lo largo de la vida. Del mismo modo, un estudio realizado en la Región Metropolitana del año 2021 estimó que en zonas urbanas 1 de cada 51 niños presentaría Autismo, lo que representa cerca del 2% de la muestra del estudio.
En este contexto, resignificar la cultura de la escuela, en cuanto a una comunidad educativa inclusiva resulta fundamental, considerando que esta es la puerta de entrada a la inclusión social (usando las palabras del destacado investigador en educación inclusiva Gerardo Echeita). Del mismo modo, la escuela cumple un rol fundamental en la promoción del desarrollo de las y los estudiantes autistas, no solo en el desarrollo cognitivo, sino también en la socialización, la comunicación, el desarrollo emocional, el sentido de pertenencia, y la construcción de su identidad. Una inclusión educativa efectiva y el acceso a los apoyos adecuados son claves para que cada estudiante pueda alcanzar su máximo potencial, participar activamente en la sociedad, construir su proyecto de vida y desplegar una plena ciudadanía.
Marcela Villegas Otárola, Educadora Diferencial con una destacada trayectoria profesional en materia de educación inclusiva, gestora de la Fundación Alianza Inclusiva y docente de ADIPA —institución que imparte programas formativos online en salud mental y aprendizaje—, advierte que “es urgente poner en el centro del debate la frágil situación en la que se encuentran los niños y niñas autistas en Chile, en particular respecto de su derecho a la educación. Al respecto, si bien la Ley de Autismo N.º 21.545 y la reciente Circular N.º 586 de la Superintendencia de Educación representan avances significativos, aún queda un largo camino por recorrer para lograr una inclusión efectiva que transforme las culturas escolares, las prácticas pedagógicas y los modelos de gestión educativa”.
Transformar la cultura escolar: el gran desafío
Ante el desafío de una mayor prevalencia de autismo a nivel nacional e internacional cabe preguntarse cuáles serán los medios para avanzar hacia una educación que responda eficientemente a las necesidades de las y los estudiantes, al respecto “La escuela, como espacio de socialización, aún no responde adecuadamente a las trayectorias evolutivas de los estudiantes autistas. La inclusión no se logra solo con su presencia física en el aula, sino con una transformación profunda de las creencias, actitudes y prácticas del espacio educativo. Tal como establece la Ley de Autismo, es el entorno el que debe adaptarse al estudiante, y no al revés”, agrega Marcela.
También agrega, “especialistas y comunidades educativas coinciden en que cada estudiante autista es único, por lo que las estrategias pedagógicas deben diseñarse de forma personalizada y en estrecha colaboración con sus familias. El enfoque educativo debe considerar el resguardo de la accesibilidad física, sensorial, comunicativa y cognitiva, además de incorporar los intereses personales del estudiante como recurso para fomentar el aprendizaje y generar disfrute y participación en su escuela”.
También señala que es fundamental abordar aspectos como la regulación de la sobrecarga sensorial, la educación y acompañamiento emocional, garantizando una experiencia educativa respetuosa y efectiva.
Profesionales de apoyo: aliados esenciales para la inclusión
La Educadora Diferencial también destaca el rol que cumplen los establecimientos educacionales y los equipos de apoyo en este proceso, “los colegios deben cumplir con la normativa vigente, diversificar la enseñanza y evaluar desde un enfoque inclusivo. En este camino, docentes especialistas, psicólogos, psicopedagogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos, entre otros, cumplen un rol esencial, siempre resguardando que su labor debe centrarse en una dimensión formativa, alejándose de una mirada exclusivamente clínica y fomentando la construcción de redes de apoyo y un trabajo colaborativo que asegure el bienestar integral del estudiante”, señala.
Otro aspecto clave es el diagnóstico oportuno; identificar el autismo desde sus primeras señales permite implementar los apoyos lo más temprano que sea posible, lo que mejora considerablemente el pronóstico de bienestar y la experiencia escolar de cada niño o niña.
“La relación entre los docentes y las familias debe ser horizontal, basada en el respeto mutuo y la comunicación constante. Solo así es posible construir entornos educativos que respondan a las necesidades reales de cada estudiante, fortaleciendo su bienestar y garantizando el respeto a su individualidad”, enfatiza
Desde ADIPA, plataforma de educación para profesionales, concluyen que la concienciación sobre el autismo es una herramienta poderosa para impulsar un cambio cultural dentro del sistema educativo. Promover prácticas pedagógicas innovadoras, contar con profesionales especializados y formar comunidades educativas empáticas son pasos urgentes para mejorar la experiencia escolar de los estudiantes dentro del Espectro Autista en particular y de las y los estudiantes neurodivergentes de manera general.