Por Álex Abaid, gerente de Servicios de ITQ latam

Transformar viene del latín transformare que significa cambiar de forma. Si la transformación digital no le da una nueva forma a la organización, quiere decir que las cosas no se hicieron bien.

Cualquier proceso de transformación dentro de una empresa debe tener un equipo que lo lidere, el cual planifique, en base a sus objetivos, diseñe las mejores estrategias y gestione las acciones necesarias para su cumplimiento. En el caso de la transformación digital, es vital que este equipo cuente con la presencia de los líderes técnicos de la empresa y de manera fundamental debe estar el o los líderes de Recursos Humanos, pues la transformación digital se sustenta en dos pilares: la aplicación de nuevas tecnologías y el cambio de conductas y procesos. Ambos son realizados, validados, gestionados y ejecutados por los colaboradores de la organización, ya que la tecnología por sí misma no genera cambios. En efecto, solo será posible transformar desde el ADN de una empresa si existe el entendimiento, la confianza y el compromiso de los colaborades. 

Por lo mismo, para que este proceso tenga éxito, el equipo que lidere el proceso debe ser claro en sus conceptos, ágil en su desarrollo, consiente de los riesgos, manejar los datos y su control, además de tener una dedicación especial sobre el impacto, tanto en lo positivo como en lo negativo, que esta transformación pueda afectar en la organización.

Asimismo, es importante considerar que cualquier proceso de transformación debe tener un sentido, un objetivo y un logro final. En la transformación digital, si se cumplen las expectativas, si se cubren las necesidades, si se optimiza el negocio, ciertamente se traduce en lo que se necesitaba, pero de ahí a decir que está completo el cambio es arrogante, pues la transformación digital es dinámica y ágil, muy difícil de detener, por lo tanto, nunca está completa solo va cubriendo etapas.

La transformación digital no se puede hacer en un laboratorio a puerta cerrada, debe concurrir el conjunto de colaboradores que será tocado por esta transformación, en sus diferentes roles y responsabilidades. Pero deben estar desde el principio y en todas las etapas. La resistencia al cambio solo se combate con participación, claridad y honestidad para lograr los resultados esperados. Además, debe ser liderado por las personas idóneas con un plan definido y un proceso crítico para no perder su horizonte. Por ningún motivo debe ser un proceso improvisado, pensando que todo estará bien por el simple hecho de creer que es lo correcto.

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