Este mes se conmemoró el Día Nacional del Medio Ambiente y, me surge la idea de que una Agricultura Ecológica genera sicosis, pérdida de memoria adaptativa y que rompe el diálogo natural-cultural.
La agricultura no sólo nace de nosotros: nosotros también nacemos de ella. Hace 10 mil años domesticamos territorios -plantas, suelos, aguas, bosques, etc.- y nos hicimos sedentarios. Eso nos permitió generar el excedente necesario para dividir el trabajo y crear oficios y, a la larga, ciudades y países: el ser humano fue capaz de producir más de lo que necesitaba para sobrevivir.
En tanto, la agronomía surgió para producir abundante alimento rápido y barato para el proletariado urbano emergente de las ciudades post Revolución Industrial. A eso lo denominaremos la Revolución Verde, la que se ancló a la Revolución Industrial con la producción agrícola, actividad de la que hoy sabemos mucho en cuanto a su impacto e insustentabilidad.
Por esto, es sicótico hablar de Agricultura Ecológica. Porque supone que es una actividad de un grupito disminuido, cuestionable, alternativo, posmoderno y que podría tener un éxito dudoso… Sin embargo, es una práctica de 10.000 años atrás y es lo que forjó nuestra forma de vida, cultura, lenguaje, etc. Es la agricultura, la que dio paso a la agricultura -agronomía- de base química de gran escala e industrial, la que es una excepción novedosa, de dudoso éxito e imposible sustentabilidad. Me pregunto, ¿por qué no se bautizan ellos como; “agricultura con venenos” o “agricultura insustentable”? Creo que sería más justo y verdadero. Peor puede llegar a ser la sicosis respecto de la Agricultura Orgánica, la que termina impulsando que los ricos coman sano y los pobres no tengan acceso a ello.
Leonardo Vera Benavente
Facultad de Cs. de la Vida U. Andrés Bello
Doctor en Cs. de los Recursos Naturales y agricultor
Equipo Prensa
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