La revisión incluyó un análisis sobre la diversidad y cambios biogeográficos, comparando el pasado con el presente e indagando en la adaptabilidad de los organismos.

Un reciente estudio publicado en la revista científica Palaeontología Electrónica entregó por primera vez una revisión exhaustiva de los peces óseos fósiles en la época del Neógeno (23 a 2,6 millones de años) en Chile. En particular, el estudio profundizó cómo los cambios climáticos y oceanográficos del pasado moldearon la biodiversidad marina actual en el país.

El investigador postdoctoral de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Dr. Jaime Villafaña participó de la investigación, junto a un grupo multidisciplinario de investigadores del Centro de Estudios en Zonas Áridas (CEAZA), el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), la Consultora THERIUM Paleontología y Patrimonio, la Corporación para la Investigación y Avance de la Paleontología e Historia Natural de Atacama (CIAHN), la Universidad Austral de Chile (UACh) y la Universidad Alberto Hurtado (UAH). 

El jurel, la sardina, la corvina, el pejerrey o el lenguado son solamente algunas de las especies óseas de peces en Chile más comunes. También existen peces pelágicos, de profundidad o de hábitat en los roqueríos que pertenecen a este grupo.  Sin embargo, el principal motivo para efectuar esta revisión fue aportar datos respecto a la relación que existe entre el pasado y el presente de estos peces. “Los peces óseos son abundantes en Chile, pero faltan datos, no han sido tan estudiados como otros. Se trata de individuos que viven en ambientes marinos o dulceacuícolas y que su cuerpo está formado de esqueletos óseos”, explicó el Dr. Villafaña.

La información se centró en el Neógeno, dado que es un periodo donde ocurrieron eventos climáticos relevantes y que se pueden relacionar con el presente. En esta era los continentes alcanzaron una forma similar a la actualidad, se intensificó la Corriente de Humboldt y el levantamiento de la Cordillera de los Andes. “Este periodo de tiempo se caracteriza por condiciones climáticas y oceanográficas similares a las que tenemos en la actualidad. Pese a que estamos hablando de organismos presentes hace millones de años, muchos poseen representantes que siguen presentes hoy en día, entonces es una buena comparación. El Neógeno se considera un análogo climático del calentamiento global”, agregó el investigador.

Principales resultados

El aumento de temperaturas durante este periodo convierte al Neógeno en un valioso referente para entender el calentamiento global actual. En simples palabras, las adecuaciones ocurridas por los organismos en esos tiempos podrían tener estrecha relación con la actualidad.

La revisión incluyó bibliografía, artículos científicos, informes técnicos y colecciones de museos. Se compiló registro fósil de 88 taxones de peces óseos, distribuidos en 67 géneros, 51 familias y 21 órdenes. El estudio logró conseguir muestras fósiles provenientes de 22 localidades, desde Antofagasta a Coyhaique. “Sin embargo, este registro representa solo una pequeña parte de la diversidad actual. Apenas un 3% de los géneros modernos tienen fósiles conocidos. Es un número bastante bajo, por lo que queda mucho trabajo por hacer”, añadió.

Además, un 20% de las familias actuales tienen un registro fósil. Solo una muestra fósil coincide con una especie viva y se trata de la sardina española, pez de importancia comercial. “Los peces óseos tienen un número considerable de huesos fragmentados, razón por la cual, es difícil identificarlos. Fue una complejidad del estudio. Todavía no sabemos cuántas especies más de las actuales podríamos encontrar en el pasado”, agregó el investigador.

Respecto a la persistencia y extinción de géneros, el 60% de los géneros fósiles sobrevivieron hasta hoy en Chile. El 40% de los géneros del Neógeno ya no se encuentran en el país, debido a factores como la extinción a nivel global (19%) o bien se extinguieron solamente a nivel regional, existiendo en otras partes del mundo (81%). 

Próximos desafíos

Los autores de este estudio señalaron que el registro fósil está lejos de ser completo. Se proyecta que podrían llegar hasta 32 los géneros nuevos que podrían encontrarse, de ahí radica la importancia del estudio, sobre todo en comprender cómo la biodiversidad marina respondió a cambios ambientales. 

El desafío ahora es atribuir a qué razones se debe la extinción de algunos peces, cuya principal sospecha es la reducción de la temperatura. “También los cambios en el nivel del mar, dado que hay peces asociados a rocas y, por ende, pierden su hábitat natural. Además, está el factor de la migración. Nunca se había sintetizado esta información de manera global. A futuro debemos agruparlos por su distribución y ver qué les ocurrió”, argumentó.

De esta forma, la idea es comprender lo ocurrido en el pasado, para proyectar el futuro de la biodiversidad actual e incluso proponer medidas de manejo de recursos. “Esto nos ayuda a comprender cómo los peces enfrentaron los cambios climáticos. Se puede extrapolar al cambio climático futuro, dado que en el pasado ya desaparecieron alrededor del 40%. Esto no solo tiene influencia en los peces óseos, sino que también a otros organismos, debido a la cadena trófica y podrían afectar incluso a todo un ecosistema”, cerró el Dr. Villafaña.

DOI: https://doi.org/10.26879/1385

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Equipo Prensa
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