Pamela Reyes, Académica investigadora Escuela de Pedagogía en Educación Básica Universidad de Las Américas
En tiempos de incertidumbre, donde parece que el mundo está lleno de problemas y desafíos emocionales, los estudiantes no la tienen fácil. Los efectos climáticos, la economía tambaleante, la violencia y la inseguridad son percibidas por niños y adolescentes en su día a día. Esto junto con las presiones sociales que según la edad varían y se acentúan, son solo algunos de los factores que generan ansiedad y estrés en las personas en periodo de aprendizaje. En medio de este escenario, la educación se convierte en una herramienta de ayuda, y las matemáticas destacan como una fuente de seguridad y estabilidad.
James Joseph Sylvester, matemático del siglo XIX, dijo en uno de sus discursos más importantes ante la Asociación Británica en 1869, que «las matemáticas son la música de la razón». Esta frase encapsula su creencia de que esta disciplina tiene el poder de tocar el alma y el intelecto. Asimismo, puede provocar emociones profundas y una sensación de bienestar, proporcionando satisfacción intelectual y emocional.
Las matemáticas y la música comparten la capacidad de generar buenas sensaciones y elevar nuestro espíritu. Ambas disciplinas permiten experimentar la belleza y la perfección de sus estructuras, ofreciendo un refugio de claridad y orden en medio de la incertidumbre, convirtiéndose en fuentes de alegría y tranquilidad, proporcionando una sensación de seguridad y bienestar que ayuda a enfrentar los desafíos diarios.
Las matemáticas, con su lógica y estructura, entregan soluciones claras y precisas a problemas complejos. Esta certeza proporciona un descanso mental y emocional, ya que los estudiantes pueden confiar en que, al menos en el ámbito matemático, habrá al menos una respuesta correcta.
Estudiarlas también tiene un efecto calmante debido a su naturaleza estructurada y predecible. Saber que hay un camino explicable y claro hacia la o las respuestas correctas, proporciona una sensación de control y tranquilidad, haciendo de las matemáticas una asignatura en la que los alumnos pueden sentirse seguros y confiados.
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