Cristián Villegas, Director Instituto de Educación y Lenguaje Universidad de Las Américas

En la actualidad, la inteligencia artificial y varias de sus aplicaciones ya son una realidad y no un concepto a futuro, siendo una tecnología que avanza rápido día a día, generando aportes, pero también levantando preocupaciones en torno al impacto que tiene en distintas áreas del quehacer humano. En el ámbito del aprendizaje, está ayudando a acotar las brechas tecnológicas, aunque se debe tener cuidado de que no abra otras, como, por ejemplo, entre quienes la saben usar para apoyarse en algo y con ello desarrollan sus habilidades y entre aquellos que la usan para todo, no desarrollan sus destrezas y, por ende, no aprenden. En esta lógica, abarcaremos el caso de María, una estudiante que ha sabido aprovechar las potencialidades que le entrega la IA.

María, es una alumna de educación media de una zona rural de Chile, con ganas de aprender y superarse, pero de escasos recursos. La inteligencia artificial le ha permitido acceder a información como nunca antes; esta ya no es genérica, sino que la puede adaptar a sus necesidades, edad, intereses y contexto, por lo cual le es mucho más útil, pero no solo ello, además, le permite hacer ejercicios, ser retroalimentada y contar con tutores virtuales que 24/7 están atentos a apoyarla en lo que requiera, situación que en nuestro país, hasta la llegada de la IA, no era posible ni siquiera en los estratos socioeconómicos más altos. Según datos del Mobile World Congress (MWC) 2025 en Chile, el 25% de la población tiene acceso a internet, pero carece de los conocimientos para aprovechar sus potencialidades. María ya no es parte de ese grupo, debido a su interés por el tema y en cómo aprovecharlo para su aprendizaje.

María puede disponer de lectores inmersivos, traductores en tiempo real y otra serie de elementos de apoyo. Pero esta estudiante no es la única beneficiada, también lo son sus profesores, quienes pueden automatizar labores como la construcción de recursos pedagógicos, apoyar sus procesos de planificación y evaluación, desarrollar nuevas metodologías, todo, en beneficio del aprendizaje de su alumna y sin reemplazar el rol docente, sino que potenciándolo. Sin embargo, María tiene presente que existen peligros que son inherentes a toda tecnología, saber que existe un debate ético en torno al uso de la IA y hasta que punto puede apoyarse en ella, saber que tiene sesgos y comete errores, que debe entregar datos que afectan su privacidad o que cualquiera puede hoy clonar su voz o trucar su imagen. Sin embargo y consciente de ello, ha decido indagar más en torno a cómo puede afrontar estos problemas, protegerse y seguir aprendiendo.

UNESCO indicó que la inteligencia artificial es importante dado que, bien usada, puede tener el potencial para transformar la educación, especialmente en América Latina, apuntando a la inclusión, dotación de habilidades tecnológicas avanzadas y en igualar las condiciones de acceso y desarrollo del conocimiento. María esto no lo sabe, pero su caso demuestra que va en la línea correcta.

Ella puede ser cualquier estudiante de nuestro país, sin embargo, casos como este todavía son pocos; por esta razón y para asegurar una educación y un aprendizaje de calidad, es que el rol de los profesores y especialmente de la familia, debe ser el de fomentar un uso racional de dicha tecnología, preguntar, aconsejar y asegurarse de que sus hijos están haciendo un uso que potencie su aprendizaje…. No es fácil, pero si necesario…. Apoyemos que más estudiantes sigan el ejemplo de María.

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