Mejorar la calidad de la educación ha sido un anhelo de nuestra sociedad por décadas. Sin embargo, las brechas de aprendizaje entre los estudiantes de distintos contextos socioeconómicos siguen siendo profundas. Hoy, más que nunca, necesitamos respuestas que no solo diagnostiquen el problema, sino que demuestren caminos posibles para avanzar.

La buena noticia es que esos caminos existen, y uno de ellos es la colaboración entre el Estado y la sociedad civil. Cuando se alinean visión, compromiso y trabajo técnico sostenido, los resultados llegan.

Un ejemplo concreto son los recientes avances en el Servicio Local de Educación Pública Costa Araucanía (SLEPCA). En la prueba SIMCE 2024, sus escuelas mostraron mejoras significativas en aprendizajes. Entre 2022 y 2024, los estudiantes de 4° básico aumentaron 27 puntos en Matemática (de 229 a 256) y 18 puntos en Lectura (de 238 a 256). Aún más importante: el porcentaje de estudiantes en nivel insuficiente cayó del 58% al 33% en Matemática y del 47% al 35% en Lectura. Al mismo tiempo, creció el número de estudiantes en nivel adecuado.

Estos avances no son fruto del azar. Desde 2022, el Instituto Natura, en alianza con el CIAE de la Universidad de Chile y el SLEPCA, ha desarrollado una estrategia centrada en el fortalecimiento pedagógico del primer ciclo. Más de 2 mil estudiantes y 58 escuelas han sido parte de este proceso, que combina acompañamiento técnico, respeto por la autonomía de las escuelas y una profunda comprensión del territorio.

Esta colaboración no reemplaza al Estado: lo fortalece. Pone a disposición capacidades, metodologías y tiempo para impulsar el trabajo de los equipos locales, generando condiciones para que el aprendizaje florezca incluso en contextos complejos. En Costa Araucanía, el 91% de las y los estudiantes pertenecen a los dos quintiles de menores ingresos del país. Que los aprendizajes hayan mejorado de esta forma en ese contexto es una señal potente de que el cambio es posible.

Sabemos que el SIMCE no lo mide todo. Pero cuando los avances son claros y sostenidos, debemos reconocerlos. Porque nos muestran que la transformación educativa no solo es necesaria: es alcanzable.

Ojalá estos resultados inspiren a nuevos actores a sumarse a esta tarea colectiva. La mejora de la educación pública requiere de alianzas duraderas, visión compartida y una convicción profunda: que todas y todos nuestros estudiantes merecen oportunidades reales para aprender y desarrollarse, sin importar su origen.

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Equipo Prensa
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