Gustavo Niklander, Director de Desarrollo y Postgrado de la Universidad Autónoma de Chile
En los últimos años ha tomado mayor relevancia en la agenda, el interés por temas relacionados con la corresponsabilidad o, dicho de otra manera, con la capacidad de conciliar, tanto para hombres como mujeres, la vida laboral y familiar. Y si bien, como país, hemos dado pasos importantes hacia una mayor equidad de género, lo cierto es que siguen siendo las mujeres quienes, por lo general, postergan sus aspiraciones profesionales y personales.
Según cifras del año 2022 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 73,5% de los nacimientos en Chile se concentran entre los 20 y 34 años de la madre, justamente la edad en que se accede a la educación superior e iniciándose a la vida profesional. Entonces, ¿cómo podría compatibilizar la maternidad y la crianza con los estudios?
Proyectos de ley como “Yo Cuido Yo Estudio”, presentado en enero de este año en el Congreso y que ya ha ido avanzando paulatinamente hacia su potencial aprobación, es un primer paso. La iniciativa busca establecer un marco legal de resguardo y protección a estudiantes de la educación superior en situación de embarazo, maternidad, paternidad o que detenten el cuidado personal de un menor o de una persona dependiente, que permitan asegurar condiciones de conciliación entre sus responsabilidades familiares y sus actividades académicas y formativas.
Actualmente, la mayor carga de trabajo no remunerado la asumen las mujeres, lo que también incide en la posibilidad que ellas asuman roles de mayor responsabilidad, y a su vez influye en la gran brecha salarial entre hombres y mujeres, que en promedio alcanza un 18,9% de acuerdo con el INE.
Esta situación seguirá subsistiendo, mientras las empresas y las universidades no asuman su “corresponsabilidad social” para diseñar jornadas laborales y/o académicas que consideren la realidad y las necesidades que conllevan los cuidados de los hogares.
Más allá de las leyes que se apliquen para estandarizar criterios en casos de embarazo, crianza y labores de cuidado, las instituciones de educación superior no sólo tenemos un rol fundamental en que se forme una cultura en la que no sea prohibitivo estudiar y cuidar de la familia a la vez, sino que debemos convertirnos en agentes sociales que visibilicen estas temáticas, promoviendo cambios y siendo referentes en estas materias.
Equipo Prensa
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