Natalia Fica Académica Carrera de Pedagogía en Educación Diferencial Universidad de Las Américas, Sede Concepción
Finalizan las vacaciones de invierno y nuevamente los establecimientos educacionales se llenan de voces por los pasillos, niños corriendo con muchas expectativas para cumplir en este nuevo semestre. Regresar al aula implica retomar amistades, rutinas y nuevos horarios. En el caso de los estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), este retorno puede ser complejo cuando las barreras de comunicación no permiten el acceso, participación y aprendizaje.
En Chile, muchos estudiantes con esta condición forman parte del sistema escolar gracias al Programa de Integración Escolar (PIE), una estrategia inclusiva que busca equiparar oportunidades, diversificar la enseñanza y garantizar el acceso a la educación para todos. Varios de estos alumnos se comunican de forma no verbal, a través de miradas, sonidos, gestos, pictogramas o mediante el uso de Sistemas Aumentativos y Alternativos de Comunicación (SAAC). Para este grupo, el regreso a clases no solo significa retomar los contenidos curriculares, sino también reconstruir puentes comunicativos que les permitan acceder a la información, expresar emociones y necesidades, y sentirse parte del curso y de la comunidad educativa.
En este sentido, aún existen docentes que no tienen herramientas educativas para enfrentar las necesidades de esta población escolar, expresando que no saben cómo llegar a ellos y desconocen sus diferentes formas de comunicación. Es aquí donde se vuelven claves los conceptos de trabajo colaborativo y diversificación de la enseñanza, todo abordado en conjunto con los equipos PIE, quienes tienen la labor de avanzar hacia la inclusión, creando acciones concretas para ajustar las formas de enseñar, expresar ideas y lograr una comunicación fructífera con todos los estudiantes.
El segundo semestre es una nueva oportunidad para renovar compromisos con la vocación docente y realizar acciones concretas que avancen hacia la inclusión. Los estudiantes con TEA muchas veces no son escuchados, por lo tanto, no logran la participación que buscamos. Hoy más que nunca debemos hacernos preguntas esenciales: ¿cómo me estoy comunicando con el alumno?, ¿cómo lo ayudo a ser comprendido y a entender el mundo?
La comunicación no es solo hablar. Comunicar es conectar, acompañar, validar y generar confianza. En esa conexión genuina entre docente y estudiante, apoyada por los ajustes necesarios y los puentes comunicativos adecuados, es donde comienza la verdadera inclusión. Porque lograr que el estudiante con TEA acceda, participe y aprenda, no es un favor ni una opción, es su derecho.