Una colaboración más estrecha entre academia y empresa permite formar profesionales mejor preparados, más innovadores y con mayor inserción laboral en el sector tecnológico.

Santiago, abril de 2025. La transición desde las aulas al mundo laboral sigue siendo uno de los mayores desafíos para los jóvenes chilenos. Según datos del INE, sólo un 23,4% de ellos se encuentra trabajando, cifra que ha disminuido significativamente desde 2019. La falta de experiencia y la alta competencia son barreras importantes. Frente a este escenario, la vinculación temprana entre estudiantes y empresas aparece como una respuesta concreta y estratégica, especialmente en industrias dinámicas como la tecnológica.

En este contexto, la Universidad Andrés Bello (UNAB) está liderando un modelo de formación dual que integra prácticas profesionales prolongadas, retroalimentación curricular desde el sector productivo, y el desarrollo de competencias claves como la ciberseguridad, ciencia de datos y habilidades digitales. Todo esto con el objetivo de reducir la brecha entre lo que enseña la academia y lo que requiere la industria.

“Una microcredencial ya certifica un conocimiento, una competencia. Estamos trabajando con todas las vicerrectorías para monitorear el mercado laboral y responder de forma ágil a sus necesidades”, afirmó Claudia Bascur, Vicerrectora de Transformación Digital de la UNAB, en el programa Transformación Clave.

Este enfoque busca generar un ecosistema virtuoso donde la empresa no solo recibe talento en formación, sino que también retroalimenta a las universidades con información clave sobre habilidades requeridas, nuevas tecnologías y cambios culturales en el entorno laboral. Así se construyen puentes entre la formación académica y las demandas reales del mercado.

“Estamos convencidos de que la empleabilidad debe ser uno de los principales resultados de la educación superior. Por eso estamos potenciando vínculos tempranos con empresas, para que nuestros estudiantes conozcan su industria antes de egresar”, complementó Ignacio Guerrero, Vicerrector de Vinculación con el Medio y Alumni de la UNAB.

El beneficio también es para las empresas. Los estudiantes aportan una mirada fresca, ideas innovadoras y una energía renovadora que, en muchos casos, permite mejorar procesos, introducir tecnologías y acelerar la transformación digital. Como afirma Francisco Guzmán, presidente de ACTI, “hay una relación win-win en esto: los estudiantes aprenden, pero también enseñan”.

Desde la experiencia de la UNAB y otras instituciones que han avanzado en esta dirección, se constata que los programas de formación dual y prácticas extendidas incrementan la tasa de empleabilidad juvenil, como lo confirma también el BID en su informe 2025. Además, permiten construir redes profesionales tempranas, que son fundamentales para acceder a mejores oportunidades laborales en el futuro.

Para ACTI, el desafío no es menor. La industria tecnológica requiere capital humano altamente capacitado, adaptable y en constante aprendizaje. Por eso, fortalecer los lazos entre universidades y empresas no es solo una buena práctica, sino una necesidad urgente para sostener el crecimiento del sector.

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Equipo Prensa
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