Cristián Villegas Director Instituto de Educación y Lenguaje Universidad de Las Américas
La inteligencia artificial, no exenta de desafíos, ha generado en educación nuevas alternativas orientadas a potenciar el aprendizaje, tales como la personalización, adaptación, usos de asistentes virtuales y otra serie de apoyos al proceso formativo. En los últimos meses, se ha ido posicionando el concepto de “vibe coding”, acuñado recientemente por Andrej Karpathy y que describe cómo en la actualidad, mediante el uso de IA, es posible programar sin necesidad de escribir código, sino solo mediante la instrucción que se da a la herramienta, comunicándose en lenguaje natural, es decir, como si se buscase explicar lo que se quiere programar a otra persona, siendo capaz de materializarlo en una aplicación.
El vibe coding democratiza el acceso a la programación, habilidad que implica dominar lenguajes y lógicas digitales y que además requiere la capacidad de resolver los problemas que se generan en el código. Hoy, gracias a la inteligencia artificial, es posible desarrollar aplicaciones y programas sencillos, reduciendo la barrera de entrada y permitiendo que los usuarios puedan ir creando sus programas en base a sus necesidades. Esto no reemplaza a un programador, ya que es una opción de apoyo para él, y, por otro lado, abre la oportunidad a cualquiera de poder adentrarse en este ámbito, lo que en educación presenta diversas posibilidades.
Con el vibe coding un docente puede construir recursos interactivos de contenidos, ejercitación, entrenamiento, generar rápidamente aplicaciones que ayuden a definir las mejores estrategias de estudio, crear aplicaciones con respuesta inmediata, y construir recursos adaptativos, personalizados e inclusivos. Un estudiante tiene la opción de diseñar sus propios recursos de aprendizaje en base a sus necesidades, como fichas didácticas, ejercicios y asistentes explicativos.
Si bien son muchas las ventajas del vibe coding en educación y en cualquier ámbito, siempre es importante saber que los códigos que hoy genera la IA pueden tener errores y si se piensa en su desarrollo a nivel profesional, deben ser supervisados por programadores. De todas formas, es una nueva puerta que abre para explotar la creatividad y el desarrollo de soluciones funcionales, pudiendo comenzar con el uso de herramientas como Gemini o Claude.
La inteligencia artificial no solo está modificando rápidamente cómo estudiamos o trabajamos, sino que también nos da la posibilidad de potenciar las capacidades comunicativas, dado que poco a poco el escribir código se está transformando en un ejercicio comunicativo, facilitando la resolución de problemas y el trabajo en equipo.