Al comenzar octubre se conmemora el Día Internacional de las Personas de Edad, una fecha que invita no solo a reflexionar sobre el lugar que ocupa este grupo en nuestra sociedad, sino también a cuestionar cómo nos estamos preparando frente al acelerado fenómeno del envejecimiento poblacional en Chile.

Según datos preliminares del Censo 2024, la proporción de personas de 65 años y más, se ha más que duplicado en las últimas tres décadas: de un 6,6% en 1992 a un 14% en 2024. En paralelo, la proporción de niños y adolescentes de 14 años o menos se redujo de un 29,4% a un 17,7% en el mismo período. Estas estadísticas no son meras cifras: reflejan un profundo cambio demográfico que interpela a las políticas públicas, al sistema de salud y, sobre todo, nuestras actitudes hacia la vejez.

Este escenario obliga a pensar el envejecimiento no solo como un desafío, sino también como una oportunidad. La Terapia Ocupacional desempeña un papel fundamental en esta transformación, pues se centra en favorecer la calidad de vida, autonomía y el desempeño ocupacional de las personas mayores. Desde este enfoque se promueve la participación en actividades significativas, junto con la prevención de situaciones de dependencia y el fomento de un envejecimiento saludable. Todo ello requiere derribar prejuicios y actitudes edadistas que aún persisten y que reducen a las personas mayores a estereotipos de fragilidad o improductividad.

En este sentido, la Terapia Ocupacional no solo interviene en el plano clínico o rehabilitador, sino también en la promoción de la salud, fortaleciendo redes sociales, entornos inclusivos y espacios que reconozcan a estos individuos como sujetos plenos de derechos. Se trata de avanzar hacia una cultura que valore la vejez como una etapa rica en experiencias, aportes y posibilidades de desarrollo.

No obstante, estos avances requieren voluntad y recursos. La inversión en programas públicos destinados a personas mayores no puede seguir siendo vista como un gasto, sino como una inversión en cohesión social y bienestar colectivo. Iniciativas que promuevan la actividad física, la estimulación cognitiva, el acceso a la cultura y la inclusión digital, son ejemplos de políticas que marcan la diferencia en la vida cotidiana de estas personas y sus familias.

Conmemorar el Día Internacional de las Personas de Edad implica, entonces, pasar de la reflexión a la acción, donde el Estado debe asumir el envejecimiento poblacional como una prioridad nacional, destinando recursos suficientes y reconociendo que el bienestar de las personas mayores es, en definitiva, un reflejo de la sociedad que queremos construir para todos y todas.

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Equipo Prensa
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