Por Marcelo Blechman, socio de Olivia
Las nuevas tecnologías no sólo están cambiando el paradigma en las empresas, también lo están haciendo en la sala de clases. Allí se valora, cada vez más, el aprendizaje basado en proyectos, potenciado por herramientas digitales de gestión y colaboración, que permite a los estudiantes desarrollar competencias mientras resuelven problemas reales. Plataformas como Miro, Padlet o Trello facilitan la organización de estos proyectos, mientras fomentan la colaboración asincrónica.
En tanto, laboratorios virtuales y simuladores ofrecen experiencias prácticas en entornos seguros, especialmente valiosos en áreas como química, física o medicina, donde los estudiantes pueden experimentar sin riesgos ni costos elevados.
Asimismo, la realidad aumentada y virtual está transformando la forma en que los estudiantes interactúan con conceptos complejos, permitiéndoles, por ejemplo, explorar el cuerpo humano; mientras que el learning analytics facilita la identificación de patrones de aprendizaje y la adaptación de las estrategias pedagógicas en tiempo real para optimizar la experiencia educativa, de acuerdo con las necesidades específicas de cada grupo o estudiante.
Por último, y quizá lo más desafiante, es la inclusión del concepto de “Aprendizaje adaptativo”, que utiliza algoritmos para ajustar el contenido y las actividades, según el progreso y las necesidades de cada estudiante.
Por eso, uno de los cambios de mindset más significativos y urgentes que deben experimentar las instituciones educativas es este: dejar de ver a la tecnología como un simple departamento de soporte y comenzar a reconocerla como un habilitador estratégico para su misión educativa.
Nuevas competencias
Si bien el 88 % de los países aspira a desarrollar estándares de competencias digitales en sus políticas y planes, solo el 54 % ha identificado o definido dichas competencias para el alumnado en un marco, política, plan o estrategia, según la UNESCO.
Tradicionalmente, las áreas de tecnología en universidades y colegios han estado relegadas a un rol secundario: mantener los sistemas funcionando, resolver problemas técnicos y asegurar la infraestructura básica. Sin embargo, trabajando en una Universidad de Colombia, generamos un roadmap estratégico para toda su área de TI, con un enfoque transformador: redefinir el rol de la tecnología para que dejara de ser percibida como área de apoyo y se convirtiera en un verdadero habilitador estratégico para la institución.
Chile también debiera prepararse para el cambio de paradigma que implica integrar la visión tecnológica con la misión educativa y administrativa de la universidad. Y es que este nuevo enfoque facilita el desarrollo de capacidades en áreas como los sistemas internos y externos de las instituciones, el uso de Big Data y Data Analytics para la información interna, el uso de la IA para generar contenidos y trabajar el aprendizaje adaptativo, validar información y desafiar la creatividad y muchos otros aspectos más allá de mejoras en la eficiencia operativa.
El cambio incluye integrar al CIO o responsable tecnológico en las decisiones estratégicas de la institución y desarrollar un roadmap tecnológico alineado con los objetivos, que actúe como punto de encuentro. Llegó la hora de priorizar la inversión en tecnologías que generen valor educativo y experiencial; así como de formar a todo el personal, para que adquiera competencias digitales relevantes para su rol, eliminando la división entre “personal técnico” y “no técnico”.