Rezago en aprendizajes ¿una catástrofe generacional?
Debemos reconocer que, al bajar las aguas de la tormenta que ha sido esta pandemia, las escuelas encontraran una realidad compleja, que será el rezago, tanto en aprendizajes como en desarrollo de habilidades.
La ONU se ha referido al efecto de la pandemia en educación como una “catástrofe generacional” que duraría décadas. UNESCO advierte que más de 100 millones de niños quedarán por debajo del nivel mínimo de competencia en lectura. En Chile, según proyecciones del Banco Mundial y del Ministerio de Educación, los alumnos podrían tener un retroceso de 1,3 años en sus aprendizajes. A ello, tenemos que sumar las secuelas en el bienestar emocional de niños y jóvenes.
Para enfrentar estos desafíos debemos, primero, asegurar la continuidad de procesos de aprendizaje en todos los estudiantes. Que todos puedan contar con las tecnologías y sistemas didácticos que permitan un proceso cotidiano de acompañamiento, monitoreo y retroalimentación a su aprendizaje. Segundo, profundizar las estrategias y dinámicas con énfasis en la personalización. Debemos alejarnos de un modelo de “dar clases” y acercarnos con fuerza a uno que construya e invite a vivir rutas de experiencias, personalizadas y significativas. Y tercero, incorporar la educación emocional en todos los espacios educativos, tanto por su valor en el desarrollo integral de la persona, como en su fortaleza para impulsar hacia la autonomía en el aprendizaje.
Asegurar continuidad de procesos educativos, integrar con fuerzas metodologías activas, con fuerza en la personalización y hacer de la educación emocional una presencia transversal y permanente. Tres caminos que nos permitirán dar oportunidades a todos, logrando disminuir las secuelas de la pandemia y evitar una catástrofe generacional.
Alberto Mora Silva, Efecto Educativo.
Equipo Prensa
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