A lo largo de nuestro extenso territorio nacional observamos cómo cientos de Escuelas de Verano surgen anualmente para apoyar a las familias. Sin ir más lejos, recientemente el Mineduc y Junaeb presentaron un programa que beneficiará a más de 11 mil niñas, niños y jóvenes en 16 regiones, así como las diversas iniciativas que otras fundaciones y casas de estudio ofrecen en sus zonas. Si bien esto es positivo y representa un gran avance, ¿cuál es el verdadero valor de este tipo de escuelas?
Desde nuestra mirada en Enseña Chile, tratamos de hacer frente a una crisis educativa que no da tregua. Con desafíos como el aumento de la brecha académica, la deserción escolar, la violencia o el uso excesivo de celulares en clases -que incluso está llevando a diputados oficialistas y de oposición a generar un proyecto de ley para regular su uso- levantamos un espacio
Para lograrlo dirigimos nuestros esfuerzos en dos direcciones: estudiantes y docentes. La primera implica que, además de ser nuestro foco en la toma de decisiones, les proponemos experiencias de aprendizaje donde puedan conocerse, nivelar contenidos de manera lúdica y aún más importante, vincularse y reconectar desde el propósito y gusto por aprender.
En segundo lugar se encuentra la formación y el acompañamiento docente. Nuestros profesores viajan desde todo el país para ser parte de esta escuela y aprender en red, lo que permite mejorar de manera estratégica las prácticas docentes. Al trabajar en conjunto, pueden crecer y avanzar mucho más rápido.
Se trate de estudiantes o docentes, el conectar miradas y experiencias permite solucionar desafíos de alta complejidad y a largo plazo, garantizar las mejoras que tanto anhelamos para las y los estudiantes en Chile. Ese es nuestro impulso y compromiso.
Equipo Prensa
Portal Educa