La primavera no sólo llega con flores y días más largos y soleados, sino que también ofrece la oportunidad ideal para que los niños se conecten con la naturaleza, despierten su curiosidad y aprendan mientras juegan. Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria en la educación Montessori, comparte sus mejores consejos para motivar a los más pequeños de la casa a explorar y aprender de manera natural.
Con la llegada de la primavera, el entorno se transforma y los niños tienen un incentivo natural para explorar y descubrir. Desde la mirada Montessori, esta estación se convierte en una oportunidad única para estimular su curiosidad y fomentar su desarrollo integral.
“La primavera ofrece estímulos sensoriales, cambios en el entorno y posibilidades de descubrimiento que invitan a los niños a observar, preguntar y experimentar por sí mismos”, explica Paulina Bobadilla, Directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, con 30 años de trayectoria, y uno de los más prestigiosos en el aprendizaje basado en la filosofía Montessori.
Desde la perspectiva Montessori, la primavera se convierte en un escenario ideal para el aprendizaje a través de la exploración y la observación directa. “Los niños aprenden mejor cuando interactúan libremente con su entorno, descubren cambios en la naturaleza y se sienten motivados por la curiosidad propia”, explica la educadora. Para ello, la filosofía Montessori promueve que los pequeños exploren, experimenten y formulen preguntas, mientras los adultos acompañan sin imponer, fomentando así autonomía, concentración y un vínculo profundo con el mundo natural.
Para aprovechar esta época, la especialista recomienda experiencias que conecten a los niños con la naturaleza, como plantar semillas, observar insectos, recolectar hojas o simplemente explorar parques y jardines cercanos. “Lo importante es que cada actividad sea vivencial y permita que el niño se sorprenda y descubra a su ritmo”, agrega Bobadilla.
Pero, ¿cómo acompañar esta curiosidad sin invadirla? Según la experta, la clave está en ofrecer guía y apoyo cuando sea necesario, pero sin imponer un camino fijo. “Los padres y educadores pueden estimular la observación y hacer preguntas que inviten al análisis, dejando que los niños decidan cómo quieren explorar, qué investigar y qué experimentar”, señala Bobadilla.
De esta manera, la primavera se transforma en un laboratorio natural donde los niños aprenden jugando, desarrollan autonomía y construyen una relación cercana con el mundo que los rodea, cultivando hábitos y valores que los acompañarán toda la vida.
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