• Mientras Asunción vibra con la energía de los Juegos Panamericanos Junior 2025, debemos recordar que no solo estamos presenciando un festival deportivo, estamos viendo cómo se escribe el futuro del deporte en América. Jóvenes de todo el continente, algunos con apenas 12 años, compiten en 28 deportes y 43 disciplinas, dejando claro que la pasión y el esfuerzo no entienden de edades.

Estos juegos son mucho más que una vitrina de talento. Son un laboratorio de sueños donde cada salto, brazada y gol, representan horas de entrenamiento, sacrificio y disciplina. Para muchos atletas, esta es la primera vez que se enfrentan a un escenario internacional, y esa experiencia vale tanto como cualquier medalla: es el inicio de una carrera o de una vida marcada por el amor al movimiento.

La práctica motriz, que tantas veces relegamos a un segundo plano en la educación, es aquí protagonista. Moverse no es solo entrenar el cuerpo; es fortalecer la mente, aprender a trabajar en equipo, gestionar la frustración y construir resiliencia. En un mundo donde la inactividad física crece de manera alarmante, ver a miles de jóvenes llenando estadios y transmitiendo energía, es un recordatorio de lo que deberíamos fomentar desde la infancia: el placer de moverse y de descubrirse a través del cuerpo.

Estos Juegos Panamericanos Junior son también un llamado a las políticas públicas, familias y comunidades. No basta con celebrar a los campeones, debemos asegurar que todos los niños y jóvenes tengan espacios seguros, accesibles y motivadores para desarrollar su motricidad. El deporte no es solo para unos pocos talentosos: es un derecho y una herramienta de transformación social.

Asunción 2025 nos deja una lección clara: el movimiento forma personas, no solo atletas. Y cada vez que apoyamos a un joven para que corra, salte o nade, estamos invirtiendo en su salud, en su carácter y en la fuerza de nuestras sociedades.

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