Evelyn Hugo Rojas Académica Investigadora Facultad de Educación Universidad de Las Américas
Desde el 2000, cada 21 de febrero, la UNESCO celebra el Día Internacional de la Lengua Materna, recordándonos su relevancia en la educación y el desarrollo, pero ¿qué implica realmente ? ¿Y cómo influye en el aprendizaje?
Es la primera que adquirimos en nuestro entorno, aquella con la que estructuramos nuestros pensamientos e identidad y suele ser el idioma con el que interactuamos más fluidamente. Su aprendizaje comienza desde el vientre materno, con el reconocimiento de los patrones de la lengua circundante. Durante la infancia, interactuamos con las lenguas de las comunidades en las que somos invitados a participar. No obstante, su dominio no se limita a la infancia; la lengua se fortalece durante la etapa escolar e incluso en la adultez.
En el sistema escolar, se asume erróneamente que los niños y niñas dominan la lengua al ingresar a la escuela. Allí se enfatiza aprender a leer, la comprensión lectora y los contenidos de las asignaturas, sin reconocer el potencial de los conocimientos lingüísticos en el aprendizaje.
El problema se agrava cuando el lenguaje de enseñanza difiere del materno. La UNESCO estima que el 40 % de la población mundial estudia en un idioma que no comprende plenamente. En Chile, esto afecta especialmente a comunidades indígenas y a estudiantes migrantes. Aunque se cree que excluir la lengua materna favorece el aprendizaje del español, la evidencia muestra lo contrario: el uso conjunto de ambas lenguas, conocido como translingüismo, mejora la comprensión y el rendimiento académico.
La actualización de las Bases Curriculares en Chile, en revisión por el Consejo Nacional de Educación (CNED), es una oportunidad para integrar enfoques que potencien el lenguaje en todas las asignaturas. Asimismo, la asignatura de Lengua y Cultura de los Pueblos Originarios Ancestrales es un avance en el reconocimiento de la diversidad lingüística de nuestro país, aunque su implementación depende de la voluntad de las familias y los establecimientos, limitando su impacto.
Para transformar la educación y aprovechar el potencial del lenguaje, es esencial fortalecer la formación docente. Enseñar lengua no puede reducirse a corregir ortografía y realizar ejercicios de comprensión lectora. Los docentes deben desarrollar estrategias para fomentar el pensamiento crítico y el uso estratégico de la lengua para el aprendizaje en distintas disciplinas, integrando enfoques bilingües y el translingüismo.
El desafío va más allá de las escuelas: la sociedad debe valorar la diversidad lingüística como un derecho educativo. Garantizar que cada estudiante aprenda en un idioma que domine es fundamental para la equidad. La lengua materna no es solo identidad; es la base del aprendizaje sin barreras.