- Francisco Vergara Director Centro Producción del Espacio Universidad de Las Américas
Cada año cuando se abren las puertas de palacios, iglesias y edificios gubernamentales en el Día de los Patrimonios, se repite un gesto que mezcla celebración y olvido. Se produce la dualidad de intentar acercar la historia a la ciudadanía. Pero el patrimonio no es un catálogo de postales ni un inventario de piedras ilustres: es un registro histórico de disputas representadas en el espacio materialmente construido. Ese patrimonio celebrado constituye campos donde se jugó, alguna vez, quién tuvo el poder de declarar algo digno de ser conservado, nombrado y elogiado como común.
Lo que sería bueno también recordar son los futuros que fueron posibles y negamos. Esa ciudad idílica de Karl Brunner, el Anillo Interior de Santiago, los proyectos nunca construidos del Centenario y del Bicentenario, entre muchas obras que no fueron. Pero también otros proyectos sociales cuyas representaciones espaciales fueron superadas. Las memorias no son neutras. Se eligen, se encuadran, se estetizan. ¿Dónde queda el patrimonio de los que no han sido invitados a construir ciudad, sino solo a habitar sus márgenes? ¿Dónde guardaremos a los guetos verticales en estas rutas de memoria? ¿Qué patrimonio hay en las cocinas de campamentos, en los altares improvisados, en las plazas levantadas sin permiso?
El patrimonio es también ese espacio incómodo que heredamos de nuestros propios errores. Los campamentos son los patrimonios de la otredad, de lo precario, de lo que no fue planificado, de lo que no cupo en la ciudad formal. La pobreza urbana es un registro persistente en nuestras ciudades, que no claudica pues los modos de hacer ciudad no cambian lo suficiente para superarlos. Esos patrimonios, siempre presentes, no se exponen.
Esta conmemoración, además de ser una jornada de puertas abiertas, debiera ser la oportunidad para abrir diagnósticos, muchas veces olvidados. Nuestra lectura de lo patrimonial es bella y gloriosa cuando la vemos en el progreso, pero puede ser también nutritiva si observamos la historia de esos grupos sociales que aún no han progresado, cuyos espacios están estancos y se reproducen en nuestra historia.
Este día también es el día de esos Chiles simultáneos que coexisten en contradicción. Si el patrimonio es un gesto de futuro, resolver las memorias olvidadas es necesario para asegurar la realización de una sociedad próspera.