Maciel Campos Director Escuela de Publicidad y Relaciones Públicas Universidad de Las Américas

Pedro Pascal, que cumple 50 años el 2 de abril, parece multiplicarse en un mar de pantallas y vitrinas que lo celebran con vítores y hurras como si fuera una presencia incombustible. El actor chileno no solo está a punto de estrenar la nueva temporada de The Last of Us y el film Materialists junto a Dakota Johnson, sino que también sigue fresca su participación en Gladiator II como el General Acacius o su papel de cazarrecompensas en The Mandalorian. Además, su personalidad sigue conquistando los sets de Saturday Night LiveThe Tonight Show, Jimmy Kimmel Live! y The Graham Norton Show, entre otro puñado de lates y programas de alta audiencia en Estados Unidos y Europa.

 

Desde sus inicios casi juveniles en Buffy, la caza vampiros, hasta su esperado rol protagónico en la nueva versión de The Fantastic Four para mediados de este año, Pascal ha logrado convertirse en un fenómeno mediático que a razón de sus dotes y magnetismo sigue inagotable. Su última y colorida participación audiovisual dirigida por Spike Jonze para Apple, que incluían una sofisticada elipsis en clave de decepción amorosa y varias coreografías complejas que fueron tan inesperadas como impresionantes, demuestran el olfato privilegiado del chileno para elegir trabajos que siempre lo beneficien. Nada mal para un actor que ha sabido posicionarse en la cresta del mainstream hollywoodiense pese a sus confesadas crisis de ansiedad social frente a públicos muy numerosos.

Lo que parece más sorprendente es cómo, con medio siglo cumplido, Pascal se encuentra hoy en su apogeo profesional. En una industria donde las estrellas alcanzan su cenit mucho antes de los 35 o 40 años, la intensidad tardía de su carrera resulta inusual. Pero, como él mismo ha explicado en varias entrevistas, ha aprendido a sortear obstáculos propios de un actor latino que llega a Hollywood sin los privilegios de un anglosajón nativo.

El éxito de Pascal no es solo el fruto de su talento actoral, sino también de su frescura y vitalidad, además de una estrategia de branding personal bien orquestada y un manejo comunicacional impecable. Su agente, Franklin Latt, ha sabido posicionarlo en proyectos que enriquezcan su imagen y lo mantengan en boca de todos. Pero, además, su accesibilidad y simpatía lo han convertido en el favorito de Los Ángeles, en un espacio donde la competencia es feroz y las tendencias cambian a la velocidad de un fotograma. Pascal también es el hombre que da consejos: “Primero que todo: deja de utilizar la palabra fracaso, deja de pensar de esa manera, visualiza el éxito”, esas fueron las asertivas frases que dio a su inexperto colega Peter Foad, un actor egipcio que busca abrirse oportunidades en Estados Unidos, tal como lo hizo el propio Pascal hace casi 30 años.

Su recomendación ya es un video viral en TikTok. Y es que, si bien la fama en Hollywood puede ser efímera y caprichosa, la consistencia del actor es evidencia de una inteligente planificación. Lo sabemos bien: un error de segundos puede borrar años de esfuerzo. Los ejemplos sobran, desde Wesley Snipes hasta el declive de rostros como Will Smith. En este sentido, la figura del chileno se erige como un modelo de manejo personal y profesional ejemplar, donde la habilidad de mantenerse alejado de la controversia ha sido otra de las claves de su éxito.

Lo que hace a Pedro Pascal aún más fascinante es su capacidad de conectar con públicos diversos, no solo a través de los personajes que interpreta, sino también por medio de la autenticidad que transmite fuera de sus roles. Es un hombre que, a pesar de las luces de California, nunca ha perdido su identidad latina y chilena.

En un mundo donde el éxito profesional se mide muchas veces por la cantidad de seguidores en redes sociales o la fama efímera de los momentos de gloria, Pascal ha logrado trascender y posicionarse como un referente muy estimado. No solo porque ha sido capaz de adaptar su carrera a los cambios del medio, sino porque ha hecho de la sencillez, profundidad y reserva de su vida personal, características que lo alejan de los estereotipos de la estrella de cine.

A medida que avanza en su carrera, el actor continúa siendo una referente que nos recuerda que el éxito no depende solo de la juventud o la apariencia, sino de la capacidad para ser perseverante y seguir siendo fiel a sí mismo. Su historia es la prueba de que en Hollywood la estrella más duradera no siempre es la más núbil o rutilante, sino la que tiene la capacidad de transformar cada desafío en una oportunidad para crecer, manteniendo una conexión sincera con las personas que lo celebran.

En una industria en la que muchos sucumben a las presiones del perfeccionismo o la sobreexposición, Pedro Pascal sigue navegando por los intrincados caminos del estrellato con elegancia y genuina humanidad.

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