La realidad de la educación online chilena a un año de la pandemia
La tecnología, a veces ignorada, fue la mejor aliada ante la falta de presencialidad. Las redes sociales, sinónimo de ocio y obstáculo para el aprendizaje, fueron la única opción en algunos casos.
Para un buen proceso de enseñanza y aprendizaje online se requiere tres condiciones básicas: acceso a dispositivos, conexión a internet y competencias digitales. El acceso a dispositivos como teléfono, computador y tablet, fue clave para llegar a los estudiantes, en un país donde para una población aproximada de 19 millones, se estima que existen 26 millones de conexiones a teléfonos móviles (We Are Social 2020).
El acceso a internet fue una de las principales dificultades, quedando de manifiesto lo importante que es su acceso universal como herramienta fundamental para el desarrollo de las personas.
En pandemia, las competencias digitales de los docentes quedaron de manifiesto y fue la diferencia para transmitir los contenidos de una clase. Si bien estas se adquieren, esta vez no hubo tiempo, pero sí buena voluntad para salir adelante.
Otro de los aspectos destacables fue la participación de los padres y apoderados en los procesos de aprendizaje de sus hijos, clave en los logros educativos del 2020, aspecto que no debe abandonarse y que es crucial.
El gran aprendizaje para la educación online está dado por el éxito de formatos sincrónicos. Por años esta estuvo asociada a un sistema asincrónico, demostrando la pandemia lo valioso de la comunicación directa, aunque sea mediada por la tecnología, pues permite mantener una conexión más humana, emocional, que quizás se había perdido.
Paola Espejo Aubá, Vicerrectora Universidad de Las Américas, Sede Viña del Mar
Magister en Educación. Doctora © Educación y Tecnologías para la Información Universitat Oberta de Catalunya
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