Por Milena Schublin
Vivimos una revolución tecnológica que está impactando todos los aspectos de nuestra vida, incluida la educación. La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa futurista: es una realidad que está transformando profundamente nuestra forma de vivir, trabajar y, por supuesto, educar; por estas razones, incorporar la IA no es una moda: es una decisión estratégica, que se debe abordar sin temores y con un alto nivel de responsabilidad y ética.
En las aulas, donde conviven estudiantes con distintos ritmos de aprendizaje, intereses y necesidades, la IA representa una herramienta poderosa para avanzar hacia una educación más personalizada, inclusiva y eficiente, pero, ¿Estamos seguros de que esto sucede? ¿Tenemos miedos y prejuicios, que no nos dejan dar pasos para avanzar? ¿Confiamos y creemos que la IA es una herramienta de apoyo para el aprendizaje?
La Inteligencia Artificial (IA) no es ciencia ficción: hoy está presente en plataformas en empresas, redes, instituciones educativas como una herramienta de apoyo.
Carolina Plaza, CEO de Titán Group y Metaverso Legal, nos señala: “La IA ya no es opcional en la gestión moderna, permite anticiparse, reducir errores y liberar tiempo, para liderar con propósito humano, empresas, colegios, universidades etc..”
A continuación, describimos cuatro aspectos importantes que sugerimos considerar en el ámbito educacional:
Una aliada para personalizar el aprendizaje: La IA permite que cada estudiante avance a su ritmo, reforzando lo que necesita y desafiándolo en lo que domina. Plataformas inteligentes analizan el progreso y adaptan los contenidos, lo que es especialmente valioso en aulas diversas.
Apoyos concretos para la inclusión: Uno de los mayores aportes de la IA es su capacidad de generar herramientas que faciliten la inclusión: lectores automáticos para estudiantes con discapacidad visual, subtítulos en tiempo real, traducción de textos, asistentes conversacionales.
Descomprimir y apoyar al docente y fortalecer su rol humano: La IA puede automatizar tareas administrativas y ofrecer seguimiento personalizado, proponer actividades diferenciadas, monitorear el progreso de los estudiantes y ofrecer retroalimentación oportuna liberando tiempo para que el profesorado se concentre en lo esencial: formar, contener, guiar. Esto no reemplaza el vínculo humano, sino que lo potencia y le da más tiempo al docente para esta labor.
Ética y acompañamiento, este último punto, es fundamental y necesario y es por esto que toda herramienta tecnológica debe ser evaluada, para ser utilizada con responsabilidad, la IA es una de ellas; así como también debemos reflexionar con los equipos y las familias sobre ella, preguntándonos permanentemente ¿Estamos usando la IA con fines pedagógicos reales o como moda? Luego de estas reflexiones todos quienes pertenecen a una comunidad educativa, tienen un rol clave en el cumplimento de los criterios definidos, las familias tienen un rol clave de acompañar a sus hijos en este proceso y apoyar siempre la acción ética, sobre cualquier situación, ya que educar es una responsabilidad compartida. Finalmente, algo que no podemos olvidar nunca, es que la inteligencia artificial no viene a sustituir a los educadores, sino a potenciarlos, ya que no son reemplazables. Nos desafía a repensar nuestras prácticas, a innovar con propósito y construir. Ignorar su impacto sería cerrar los ojos al presente y al futuro.