En un país donde más del 90% de los colegios carece de psicólogo escolar y más del 60% de los estudiantes de enseñanza media declara síntomas de ansiedad o depresión, la urgencia por nuevas soluciones es innegable. 

En este contexto, la inteligencia artificial (IA) emerge como una herramienta innovadora y concreta para enfrentar una de las mayores crisis silenciosas del sistema educativo chileno: el bienestar emocional de niñas, niños y adolescentes.

Un sistema sobrecargado, una generación en riesgo

Actualmente, Chile enfrenta un déficit estructural de profesionales en salud mental dentro del sistema escolar. Según un análisis de la plataforma Salud con Lupa (2024), solo el 3% de los centros educativos del país cuenta con psicólogo escolar. La cifra contrasta con el estándar internacional recomendado, que sugiere al menos un psicólogo por cada 250 estudiantes. En el país, este índice puede superar los 1.200 alumnos por profesional.

La consecuencia de esta brecha se refleja en los datos: De acuerdo con el Ministerio de Salud y la Defensoría de la Niñez, un 16,5% de los adolescentes entre 12 y 18 años sufre algún trastorno mental, mientras que más del 60% de los estudiantes en Santiago reporta síntomas de estrés o depresión. Las cifras de suicidio adolescente y de violencia escolar también han aumentado en los últimos años, especialmente en contextos más vulnerables.

¿Puede la inteligencia artificial marcar la diferencia?

Ante la falta de especialistas y la sobrecarga de docentes y equipos directivos, soluciones tecnológicas basadas en IA se posicionan como una alternativa eficaz y escalable. 

Plataformas como Edumokia School han comenzado a implementar sistemas de monitoreo emocional que permiten a los establecimientos educativos identificar patrones de riesgo, generar alertas tempranas y aplicar estrategias preventivas sin esperar a que el problema escale.

Estas herramientas no buscan reemplazar a los psicólogos, sino fortalecer el sistema educativo donde ellos no están presentes. Mediante encuestas automatizadas, análisis de datos anónimos y algoritmos de aprendizaje automático, la IA puede detectar cambios de comportamiento, niveles de estrés o aislamiento que podrían pasar desapercibidos por los adultos.

“Con tecnología, podemos llegar antes”, explica Patricio Oleate, asesor educativo de Edumokia. “Nuestro sistema permite mapear el estado emocional de la comunidad escolar y activar protocolos de contención antes de que ocurra una crisis. Es una forma de democratizar el acceso al bienestar emocional en escuelas que hoy no cuentan con los recursos humanos suficientes”.

Padres y docentes también necesitan herramientas

La IA no solo puede beneficiar a los estudiantes. También permite capacitar y apoyar a docentes y apoderados en su rol de contención emocional. A través de plataformas de formación en línea, contenidos personalizados y análisis predictivo, es posible guiar a los adultos para actuar de forma más asertiva ante señales de alerta, mejorar la convivencia escolar y fortalecer los lazos familia-escuela.

Estudios de la Universidad de Chile (2025) confirman que la participación parental tiene un efecto directo y significativo en la salud emocional y el rendimiento académico de los estudiantes. En este sentido, las herramientas tecnológicas también pueden facilitar la participación activa de las familias, brindándoles datos, orientación y canales de comunicación más eficaces.

Un llamado a integrar soluciones inteligentes en las políticas públicas

Aunque la IA ofrece respuestas prometedoras, su implementación aún depende de la voluntad de los sostenedores, la inversión privada o el liderazgo de algunos equipos directivos. Para que esta tecnología tenga un impacto real a nivel nacional, es urgente que sea considerada dentro de las políticas públicas de salud mental escolar.

Desde Edumokia hacen un llamado a las autoridades a escalar soluciones tecnológicas ya probadas, promover alianzas público-privadas y asegurar que todas las escuelas —especialmente aquellas con menos recursos— puedan acceder a herramientas que potencien la prevención, la contención y el desarrollo socioemocional de sus estudiantes.

“La inteligencia artificial no reemplaza el rol humano, pero puede potenciarlo. Puede ser el puente entre lo que soñamos y lo que hoy no podemos cubrir. No estamos hablando del futuro, estamos hablando de lo que hoy puede salvar vidas”, concluye Oleate.

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Equipo Prensa
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