Javiera Garin Business Unit Manager Engineering – BA Resilience, Arcadis

La actividad industrial experimenta un punto de inflexión en el actual contexto climático global. Un escenario donde la sostenibilidad ha dejado de ser un ideal para convertirse en una condición básica de su competitividad. Para la minería, el principal sector de la economía chilena, esto es especialmente desafiante: supone avanzar en cambios estructurales que reflejen su compromiso con la reducción de emisiones y su capacidad de resiliencia ante la emergencia. 

Esto es aún más relevante porque se trata de una industria primordial en aspectos como la transformación de la matriz energética o la electromovilidad. Se estima que la demanda mundial por recursos como el cobre o el litio, fundamentales en el desarrollo de soluciones tecnológicas para dicha evolución. aumentará exponencialmente en los próximos años, lo que obligará a las compañías del sector a producir más con un menor impacto. A descarbonizar sus operaciones.

En este proceso, la ingeniería puede jugar un rol preponderante, específicamente en el diseño y construcción de infraestructura, incorporando criterios de sostenibilidad durante todo el ciclo de vida de los proyectos. En definitiva, aportando a iniciativas, más eficientes, más resilientes y más alineadas con los nuevos estándares globales. Y aunque durante muchos años hemos concebido la infraestructura como una herramienta para conectar, producir y crecer, es urgente sumar a esa ecuación una nueva exigencia: construir sin comprometer el futuro. 

La mitigación de la huella ambiental es hoy un imperativo que exige abordar tanto el carbono operacional como el carbono incorporado. Este último abarca las emisiones asociadas a todas las etapas previas y posteriores a la operación de una infraestructura: desde la extracción de materias primas hasta la disposición final de los materiales. Y si bien muchas veces estas emisiones no están a la vista, pueden representar una parte significativa de la huella de carbono total de un proyecto.

Afortunadamente, los avances en modelamiento y evaluación permiten tomar decisiones informadas desde las etapas más tempranas. La evaluación del ciclo de vida del carbono (WLCA) permite comparar escenarios y tomar decisiones basadas en datos. En un piloto liderado por Arcadis en 2024 en Chile, se compararon dos alternativas de diseño: una tradicional y otra basada en materiales de menor huella. 

El resultado fue una disminución del 40% en carbono incorporado, demostrando que se puede lograr un impacto real sin comprometer ni la calidad técnica ni la viabilidad económica.

En 2024, la minería fue responsable del 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero en Chile, una cifra que debe contrastarse con su contribución al 10% del PIB y el 57% de las exportaciones. La actividad se encuentra embarcada en un compromiso transversal con consolidar operaciones “verdes”: actualmente, el 70% de los procesos de la industria minera chilena utiliza energías renovables. 

Sin embargo, aún hay mucho por hacer, y desde la ingeniería –y el diseño responsable– debemos seguir empujando los avances hacia una operación baja emisión. 

Porque también es cierto ningún cambio duradero se logra desde un solo actor. La transformación exige una nueva forma de trabajar: más colaborativa, más transparente y más alineada con los desafíos del siglo XXI. Ingenieros, arquitectos, reguladores, comunidades y empresas deben compartir una visión común: construir futuro sin hipotecar el planeta. La ingeniería, entendida como disciplina y como práctica social, tiene en sus manos las herramientas para liderar este cambio. Porque cada decisión que tomamos hoy moldea el mundo en el que viviremos mañana.

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Equipo Prensa
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