Por Dra. María Paz Acuña, académica Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI

El 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, este año con el lema «Proteger los humedales para nuestro futuro común». Esta fecha nos invita a reflexionar sobre la importancia de estos ecosistemas, que, aunque a menudo pasen desapercibidos, sustentan una biodiversidad extraordinaria, contribuyen a la regulación del clima y son esenciales para el bienestar humano.

Gracias a su longitud de 4.300 kilómetros y su geografía única, Chile es hogar de casi todos los tipos de humedales reconocidos por la Convención Ramsar, a excepción de los arrecifes de coral, tundras y humedales kársticos. En el norte destacan los salares, bofedales y vegas andinas, ecosistemas con especies singulares como los flamencos y pequeños peces nativos. En la zona centro-sur predominan mallines y humedales ribereños. Hacia el sur, encontramos marismas, estuarios y los hualves o ñadis, bosques húmedos saturados de agua con especies nativas como la pitra y el chequén. Finalmente, en el extremo austral, las turberas se alzan como gigantes del almacenamiento de carbono, desempeñando un papel fundamental en la mitigación del cambio climático.

Los humedales no solo sostienen una alta biodiversidad—el 40% de las especies de plantas y animales dependen de ellos—, sino que también nos brindan servicios ecosistémicos fundamentales. Purifican el agua, almacenan carbono, controlan inundaciones y ofrecen refugio a especies migratorias. Sin embargo, a nivel mundial, hemos perdido el 64% de los humedales desde principios del siglo pasado, y los seguimos perdiendo a una tasa tres veces mayor que los bosques naturales.

En este contexto, desde el proyecto Fondecyt Regular N°1221302, titulado «La construcción epistemológica, histórica y territorial de la zona austral como laboratorio natural: agendas científicas, redes de conocimiento e imaginarios globales», investigamos cómo la región austral de Chile ha sido percibida como un espacio clave para la ciencia global. Las turberas y otros humedales de esta zona no solo son esenciales para el almacenamiento de carbono, sino que también nos permiten entender cómo los ecosistemas reflejan el impacto humano y nos ofrecen pistas para un manejo sostenible.

Chile también ha asumido compromisos concretos para la protección de sus humedales. Para 2025, el país se ha propuesto completar un inventario nacional de humedales, incluyendo vegas, bofedales y turberas. Además, para 2030, se implementarán medidas de restauración en cinco sitios piloto con métricas para evaluar su capacidad de mitigación climática.

Proteger los humedales no es solo una tarea ambiental, sino también una inversión en nuestro futuro común. Proteger los humedales es proteger la base de nuestra supervivencia. Transformemos el conocimiento en acción y trabajemos juntos para preservar estos únicos ecosistemas, asegurando un futuro equilibrado y resiliente para las generaciones que vienen.

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