El reciente estudio Radar Emprendedor, elaborado por la Corporación G100 y Criteria, ofrece un diagnóstico honesto y revelador del ecosistema emprendedor en Chile. El informe describe a emprendedores que persiguen independencia y flexibilidad, impulsados por la pasión, la perseverancia y la creatividad. No obstante, estos actores deben enfrentar un entorno económico complejo: un 45% ha debido suspender temporalmente sus actividades y más de la mitad califica la situación del país como “mala o muy mala”.
Este panorama plantea preguntas fundamentales: ¿Cómo motivar a estudiantes y profesionales a considerar el emprendimiento no solo como una salida ante la falta de oportunidades laborales, sino como una vía legítima de desarrollo personal y profesional? ¿Cómo transformar la incertidumbre en una oportunidad de crecimiento?
Desde el Instituto Profesional San Sebastián, sostenemos que la respuesta radica en la formación. Preparar a los futuros profesionales implica no solo entregar conocimientos técnicos, sino también herramientas prácticas que fortalezcan su pensamiento estratégico, capacidad de innovación y adaptación al cambio. En nuestra carrera de Administración de Empresas, abordamos contenidos clave como modelos de negocios, innovación, marketing digital, finanzas, y, cada vez con mayor énfasis, el uso de herramientas de inteligencia artificial para potenciar ideas y procesos.
Emprender hoy exige mucho más que una buena idea. Requiere comprender cómo construir proyectos sostenibles, adaptarse a los cambios tecnológicos, gestionar equipos en contextos dinámicos y operar en mercados en constante transformación. La digitalización y la inteligencia artificial están redefiniendo las reglas del juego, y es imprescindible que la formación profesional esté alineada con estas nuevas exigencias.
Un aspecto destacable del estudio es que, a pesar de las dificultades, los emprendedores chilenos se caracterizan por su pasión y creatividad. Este hallazgo confirma que el espíritu emprendedor está presente; sin embargo, lo que con frecuencia falta es el conocimiento necesario para consolidar y escalar sus iniciativas. En este sentido, la educación desempeña un rol insustituible: proporcionar herramientas concretas, enseñar a evaluar riesgos y oportunidades, y, sobre todo, fomentar la confianza en la capacidad de innovar.
El llamado, entonces, es a mirar el emprendimiento no solo como una alternativa frente a la falta de empleo, sino como una forma de generar valor, proponer soluciones y transformar realidades. Formar emprendedores es, en esencia, formar agentes de cambio. Y esta es, quizás, una de las contribuciones más significativas que las instituciones de educación superior pueden ofrecer al futuro de Chile.
Natalia Bravo Tapia
Directora Sectorial de Administración y Comercio
Instituto Profesional San Sebastián