La humanidad enfrenta hoy una triple crisis ecológica: climática, de biodiversidad y de contaminación, que tensiona los límites del planeta y revela la fragilidad de los modelos de desarrollo vigentes. El calentamiento global avanza, los ecosistemas colapsan y los residuos se acumulan más rápido de lo que la naturaleza puede absorber. Esta convergencia no es solo ambiental, constituye un desafío para la sociedad que exige reconfigurar prácticas productivas, instituciones y formas de pensar el futuro. Frente a esta realidad, las comunidades requieren profesionales capaces de comprender la complejidad sistémica de los problemas y de crear soluciones pertinentes, éticas y sustentables.
En este contexto, las universidades cumplen un rol estratégico e insustituible. Más que centros de formación académica, son espacios donde se forja la capacidad de las nuevas generaciones para enfrentar escenarios inciertos y diseñar transiciones socioecológicas. Su responsabilidad es formar profesionales que integren la sustentabilidad no como un complemento, sino como un principio orientador de sus decisiones. Esto implica promover una mirada crítica sobre los modelos de desarrollo, comprender las interdependencias entre sistemas naturales y sociales, y actuar con responsabilidad frente a los impactos de cada disciplina. La Educación Superior debe convertirse así en un motor de cambio cultural, científico y político.
Educar para la sustentabilidad es clave para este propósito. No se limita a transmitir contenidos ambientales: desarrolla creatividad, pensamiento crítico y sistémico, y la capacidad de anticipar futuros complejos. Metodologías como el Aprendizaje + Servicio, el Aprendizaje Basado en Proyectos y la Investigación Acción Participativa permiten a los estudiantes trabajar colaborativamente en equipos multidisciplinarios, enfrentando problemas reales y conectando el conocimiento académico con necesidades territoriales. Al mismo tiempo, la investigación aplicada y la Vinculación con el Medio amplifican el impacto universitario, aportando soluciones tecnológicas, sociales y normativas alineadas con los fundamentos del desarrollo sostenible. Estas, co-creadas con la sociedad, son económicamente viables y socio-ambientalmente benignas.
Formar profesionales capaces de comprender y actuar sobre la complejidad es hoy un imperativo ético y una oportunidad histórica para las universidades. En ellas se juega buena parte de la capacidad de nuestras sociedades para transitar hacia futuros más justos, resilientes y regenerativos.
Dr. Lorenzo Reyes Bozo Decano Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de Las Américas





















