José Manuel Medina, Académico investigador Facultad de Educación Universidad de Las Américas

La educación inclusiva es un elemento clave para construir sociedades más equitativas, y un derecho humano fundamental. Sin embargo, en Chile, la formación docente en áreas como la Educación Especial sigue siendo insuficiente, lo que obstaculiza la inclusión real de estudiantes con barreras para el aprendizaje.

A pesar de normativas como el Decreto 83, que incentiva las adaptaciones curriculares, muchos profesores  enfrentan serias dificultades para atender la diversidad en el aula. Numerosos estudios muestran que gran parte no recibe formación en educación especial en su formación docente, lo que genera un choque con la realidad, inseguridad pedagógica y en algunos casos, prácticas excluyentes. Según la OCDE, el 60% de los docentes en nuestro país se siente poco o nada preparado para trabajar con personas en situación de discapacidad, lo que impacta negativamente en el desempeño y en el bienestar de estudiantes y académicos.

Esta falta de formación, tanto inicial como continua, afecta directamente en la inclusión. Sin herramientas para diseñar estrategias de enseñanza diversificadas, los estudiantes con barreras para el aprendizaje quedan rezagados, con mayores tasas de frustración, deserción y discriminación. El Ministerio de Educación afirma que solo el 40% de los alumnos con estas barreras completan los estudios de secundaria, frente al 80% de la población general. Sin una enseñanza adecuada, sus oportunidades de desarrollo se reducen, perpetuando los ciclos de desigualdad y exclusión social.

Para abordar este problema, es necesario aprender de las experiencias globales exitosas. En Canadá, por ejemplo, los profesores reciben formación permanente y trabajan con equipos multidisciplinarios, lo que mejora la respuesta educativa a las necesidades individuales de las y los estudiantes. En provincias como Ontario, el 85% de los académicos ha realizado cursos sobre educación inclusiva, lo que ha contribuido a aumentar en un 20% la tasa de graduación de alumnos  con barreras para el aprendizaje en la última década. En Finlandia, la formación docente incluye módulos obligatorios sobre educación especial y estrategias de enseñanza inclusivas. De hecho, el 100% de los pedagogos finlandeses recibe formación en educación especial como parte de su formación inicial, y más del 30% de los educandos accede a algún tipo de apoyo didáctico especializado durante su trayectoria escolar.

Chile debe seguir avanzando en este sentido, fortaleciendo la formación inicial docente mediante cursos, en lo posible, obligatorios de educación inclusiva y promoviendo el desarrollo profesional continuo. Las escuelas deben estar dotadas de los recursos que necesitan, como equipos de apoyo especializados y materiales accesibles.

Cerrar la brecha en la formación docente no es solo un imperativo ético, sino también una condición esencial para construir un sistema educativo más justo e inclusivo. La educación especial no puede seguir siendo una prioridad secundaria, debe ocupar un lugar central en la agenda país.

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