• Todos los días tomamos múltiples decisiones, desde la ropa que nos ponemos al levantarnos por la mañana, hasta qué veremos en televisión en el tiempo libre. Algunas de ellas son simples y no tienen mayor dificultad, sin embargo, en otras más complejas, debemos invertir más tiempo para analizarlas.  

Cuando estudiamos matemática y nos centramos en un problema, es en el proceso de su resolución donde podemos cometer diversos errores. Probablemente algunos no dependan de los contenidos actuales, sino de creencias del pasado, por ejemplo, fórmulas o propiedades mal aplicadas que afectarán este nuevo aprendizaje.

Toda la matemática que se conoce fue creada por grandes científicos que dedicaron varias horas de sus vidas tras equivocarse muchas veces. Sin embargo, los errores en matemáticas algunas veces son asociados a la frustración o al fracaso. En las universidades, en asignaturas como Álgebra y Cálculo, encontramos estudiantes que se desaniman prontamente, no finalizando los ejercicios o, dejando de asistir a clases sin rendir todas las evaluaciones del semestre.

En las matemáticas los errores deben entenderse solamente como una decisión equivocada, que es parte del aprendizaje. Pese a que los equívocos son involuntarios e individuales, es importante que los docentes se detengan y propicien actividades didácticas en torno a ellos, de modo que los estudiantes los puedan superar antes de la evaluación calificada.

Un error abre múltiples opciones para enriquecer la clase, ya que genera la confrontación de ideas y formación de grupos de debates. Un error deja de serlo cuando es identificado y no se vuelve a cometer, es ahí cuando ocurre el tan esperado aprendizaje de calidad.

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