A pocos días de celebrar las Fiestas Patrias, resulta inevitable volver al 18 de septiembre de 1810, fecha en que se conformó la Primera Junta Nacional de Gobierno. Ese día marcó el puntapié inicial del proceso de independencia, que culminaría el 12 de febrero de 1818.
Entre los protagonistas de aquel momento histórico se destaca Mateo de Toro-Zambrano. “De origen noble y con una marcada vocación ilustrada, fue designado presidente de la Primera Junta de Gobierno el 18 de septiembre de 1810”, explica Andrés Goycoolea, historiador y asistente de contenidos de Extensión Cultural de la Universidad de los Andes (UANDES).
Si bien su figura suele quedar a la sombra de nombres como Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera o José de San Martín, Toro-Zambrano simboliza un momento clave: “El tránsito entre la lealtad a la Corona española y la apertura hacia un nuevo orden republicano”, señala el especialista.
Su legado
Con una vida marcada por la vocación cívica, dedicó sus recursos y energías al servicio público. “Financió de su propio bolsillo obras esenciales para Santiago, como los tajamares del río Mapocho, y organizó una compañía de caballería para proteger la frontera sur del país”, agrega Andrés.
En 1810, ya octogenario y en un contexto de gran incertidumbre por las guerras napoleónicas en Europa, asumió con firmeza el liderazgo de un proceso que cambiaría para siempre el destino de Chile.
“Su nobleza no solo residía en su linaje, avalado por el título de Conde de la Conquista, sino también en su compromiso con el bien común. Creo que deberíamos recordarlo más como uno de los padres fundadores de la República, su legado sigue presente en la memoria nacional y en espacios patrimoniales como la Casa Colorada, su residencia familiar en pleno centro de Santiago”, concluye el historiador.