Por Diego González, CEO de Defontana
Según datos de la Encuesta Finnovista Radar Fintech Chile 2024 hay casi 500 fintech operando en el país, un número que desde la promulgación de la Ley 21.521 se ha incrementado y que va en sintonía con el crecimiento del sector a nivel Latam, donde se ha escalado de 703 empresas en 18 países en 2017 a 3069 en 26 países, en la actualidad, como señalan cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Sin duda, la normativa, liderada por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) en Chile, estimula la innovación y abre nuevas oportunidades de negocio, al promover la colaboración entre entidades financieras tradicionales, fintech y usuarios, favoreciendo el sistema de finanzas abiertas, al compartir los datos financieros con terceros de manera segura.
De esa manera, su implementación se perfila como un catalizador para consolidar un mercado más seguro y eficiente, además de transformarse en una gran oportunidad para las pymes y su acceso a financiamiento que, de otra manera, se hace mucho más complejo. Claramente, la tecnología financiera juega un rol fundamental en la accesibilidad, experiencia de usuario e inclusión.
En ese escenario, las tendencias en el ecosistema fintech apuntan a un dinamismo significativo, impulsado por la inteligencia artificial (IA), ciberseguridad, finanzas integradas y tokenización, entre otras.
En efecto, cada vez más plataformas no financieras, como ERP’s, integran servicios financieros, incorporando pasarelas de pago, préstamos y seguros directamente en sus ecosistemas, lo que además de favorecer una experiencia de usuario mucho más amigable, permite a las pymes acceder a procesos financieros de manera rápida y expedita. Aquí, la IA y la data analytics impulsan productos y servicios más personalizados y seguros, adaptados al comportamiento y necesidades del usuario.
No obstante, mientras el ecosistema fintech crece y se consolida, también lo hace la necesidad y responsabilidad de cumplir con la normativa vigente, así como proteger y garantizar los datos personales y la seguridad de las transacciones en línea. Un desafío no menor y una gran tarea que debe ser atendida de forma constante, en un entorno que se encuentra en permanente evolución.